Gracias a la afición de Juan Viudes, IV Marqués de Río Florido, tenemos las imágenes más antiguas y bellas de nuestro pueblo, y probablemente, de toda la Vega Baja.
Le tocó vivir la llamada época dorada de la fotografía, en la que se popularizó el “operador aficionado”, sólo al alcance de la burguesía.
Gracias a que no le movía un interés económico, y de que por lo tanto fotografiaba lo que le gustaba, podemos ahora disfrutar de éstas bellas imágenes publicadas recientemente en mi nuevo trabajo
“ Sucesos de Almoradí”.
Nacido en Murcia en 1871, fue hijo de Adrián Viudes y Girón, III Marqués de Río-Florido, de quién heredó la Hacienda del mismo nombre y donde contrajo matrimonio con Amparo Fontes en 1897. La mayor parte de las fotografías que vamos a ver en ésta exposición están tomadas en los últimos quince años del siglo XIX, es decir, entre 1885 y 1900.
Su fotografía, por lo menos en lo relativo a Almoradí, se centra principalmente en tres temáticas, y sobre ellas, gira casi toda la colección.
En primer lugar, la Hacienda de Río-Florido.
En torno a ella aparecen continuamente su familia, especialmente su padre Adrián Viudes Girón, su ganadería caballar, con la que
ganaron varios premios en la Feria de Murcia de 1900, y las labores agrícolas que se llevaban a cabo en la Hacienda, destacando la producción de vinos.
Una segunda temática también gira en torno a la huerta y paisajes cercanos.
El río es continuamente retratado, sus puentes, norias… Tomó imágenes de las propiedades que tenían en el Camino de Catral y La Fogaria, además lo hacía con las personas que allí trabajaban, dejando un importante testimonio documental.
Por último, el Mercado y La Plaza ocupan otra parte de su importante colección.
Seguramente, el Mercado semanal era la más importante seña de identidad de nuestro pueblo en el siglo XIX.
Éste se extendía por toda la Plaza, ocupando el Paseo central elevado y los laterales de la Iglesia. Además, prácticamente todas las viviendas de alrededor eran utilizadas como comercios arrendados.
Utilizaba para ello una cámara estereoscópica, un tipo de fotografía que estuvo muy de moda a finales del XIX, y que aportaba una ilusión de profundidad similar al conocido efecto 3D, que se lograba al montar dos imágenes, tomadas desde puntos de vista diferentes pero muy cercanos, sobre una placa y mirarlas con un visor especial.
A la derecha, uno de los visores de madera utilizados para mirar las imágenes.
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