No debes ser de Almoradí -o si lo eres, debes tener muy pocos años- si no has conocido a Juan el Callosino, padre e hijo (seguro que no es necesario contaros de donde viene lo del apodo y donde nacieron). Era característico apoyarte poniendo los pies en un hueco del kiosko, al tiempo que le pedías mientras te daba en la mano para ver el dinero que llevabas. ¿Lo recuerdas?
Pocas cosas me hacían más ilusión que ir los domingos al paseo y, después de misa, comprarme unos sobres que vendía con tanques y cosas por el estilo, para luego pasarme el día "arrancándolos" del plástico que los unía. Más tarde los mistos de truenos, las novelas de Marcial Lafuente Estefanía o los cigarrillos sueltos.
En aquellos años, hablo de finales de los cincuenta, l actividad principal era la de "venta de novelas en kiosko".
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