Testimonio de Pablo Berenguer
Alicante, Murcia, Albacete, Cuenca, Toledo, Madrid, Ávila, Valladolid, Zamora y León. Todas ésas provincias ya están recorridas y disfrutadas y en un par de días encararé el tramo final de mi camino.
Ya estoy mirando a Galicia, en un par de días pisaré sus verdes y húmedos prados y frondosos bosques, en nueve días a partir de hoy estaré finalizando si Dios quiere la aventura de mi vida. Me decía hace unos días un buen amigo de la familia que "sin sufrimiento no hay gloria"...Y doy buena fe de ello, que es muy duro todo lo que llevo acumulado y aún me queda, pero la gloria, la satisfacción de estar cumpliendo mi sueño, mi promesa, mi reto, mi compromiso moral es superior y con creces a ése padecimiento físico. Anteayer comprobé que en este mes completo de peregrinaje he perdido nueve kilos, que para qué engañarme, es otro éxito añadido 
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. Mi recorrido por tierras zamoranas y leonesas han sido un calco de las anteriores escalas en otras provincias y regiones ya dejadas atrás. Más de lo mismo en el aspecto paisajistico y monumental. Preciosidades de la naturaleza a cada alzada de vista en cualquier dirección. He disfrutado de la compañía de todo tipo de aves rapaces a mi paso por sus territorios, he llegado a admirar los graznidos de cuervos y urracas, saborear la sensación y certeza de que habían manadas de lobos en las cercanías, sentir miedo al ver las huellas de jabalíes en los charcos de los caminos.
Los grandes monumentos siguen haciendo que me embeba en cada uno de sus detalles arquitectónicos e históricos. Es que es increíble tanta belleza e historia incrustada en sus imágenes y piedras.
Ahora me encuentro con gentes más rudas, más marcadas por el carácter que les ha forjado a base de la dureza del clima y tantas y tantas guerras que por aquí se han librado desde hace incluso miles de años. Los astur-leoneses que son prácticamente los habitantes desde Zamora hasta las costas del cantábrico han lidiado desde tiempos inmemoriales con romanos, árabes, visigodos y suevos , el mismo Napoleón y sus tropas arrasaron Villalpando, Benavente, Alija del Infantado, La Bañeza y la preciosisima Astorga en la que ahora mismo me encuentro.
Tal vez más rudas y secas sus gente si, pero sólo en apariencia, una vez roto el hielo sacan a relucir su corazón, su bondad , su exacerbado ánimo de demostrar empatia y generosidad a partes iguales. Asombroso que haya que hacer un peregrinaje de estas características para constatar que vivimos en el país de la buena gente allá por donde se pase.
Pequeños ejemplos y en los que creo que no debo extenderme más de lo necesario son Rafa , el jefe de policía de la localidad de Benavente y el jefe del puesto de la Guardia Civil de Alija del Infantado. Éste último me ordenó subir al coche patrulla y me espetó que por favor le dejara mandar algo . No entraré en detalles pero si Dios quiere, he de volver algún día a tomar un café, comida o lo que se tercie con ellos y traerles alguna alcachofa y productos de nuestra vega.
Comprobado...nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad , la gente que se dedica a acoger peregrinos en albergues y todo el mundo en general en los pueblos pequeños....nunca nunca nunca fallan.
Y ahora a disfrutar de Astorga, de su cocido maragato, de sus dulces, hojaldres y chocolates, de su impresionante catedral, del palacio de Gaudí y de sus gentes que es lo mejor si cabe...
¡¡Buen camino!!
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