(Relato de la almoradidense Conchi López Belmonte, ganadora del primer premio de la trigésima edición del Certamen literario Villa de San Fulgencio). Gracias por compartirlo en mi Blog.
UN RELATO PARA EMOCIONARSE.
Diario de Quique;
Soy Quiquerman y busco enemigos por la casa, detrás de las cortinas, debajo de la cama y nada, no sé donde se esconden los intrusos pero tarde o temprano caerán bajo mis terribles poderes. He ido a la cocina a por provisiones de chocolate y nada,está todo vacío. No sé donde guardará mamá la comida pero la tiene bien escondida, a ver si la encuentro con mis gafas de visión tridimensional…
Quique se levantaba por la mañana observando sus posters de superhéroes en la pared y creía ser uno de ellos durante todo el día. Mientras, su madre preparaba el almuerzo del cole con una precisión heroica, un asomo de leche, un rastro de galletas, un boceto de plátano, algo había y lo había como por arte de magia pues en los armarios de la cocina, Quique nunca veía nada y eso le llevó a la certeza de que hay cosas que no se ven porque se intuyen o se sienten.
Mamá inventaba la comida o le brotaba de las manos como si tuviera súper-poderes. A papá lo veía de noche, cuando se sentaba con él a contar las historietas del día, como si fuera un cómic un cuento, una fábula sin moraleja. En ellas, evitaba emplear palabras que ambos no entendieran; bancos, dinero, deudas y una cosa llamada hipoteca.
Mamá inventaba la comida o le brotaba de las manos como si tuviera súper-poderes. A papá lo veía de noche, cuando se sentaba con él a contar las historietas del día, como si fuera un cómic un cuento, una fábula sin moraleja. En ellas, evitaba emplear palabras que ambos no entendieran; bancos, dinero, deudas y una cosa llamada hipoteca.
Diario de Quique:
El señor banco malo me persigue y me pide que le dé una cosa llamada deuda que yo no tengo y aunque la tenga no se la puedo dar porque la necesito para pagar a la señora hipoteca que es como un dragón con tres cabezas que se lo come todo…voy a utilizar mis súper- poderes de Quiquerman para eliminarlos a todos…
En el silencio dela alcoba, los padres de Quique susurraban los problemas, en voz bajita, para que nadie oyera, como si así se hicieran más pequeños o mejor, desaparecieran.Ya poco les quedaba por hacer, la carpintería tenía deudas, no había trabajo y la casa cargaba con una hipoteca difícil de afrontar y encima había que comer.
Lágrimas invisibles, sollozos mudos y abrazos ciegos de palabras escondían los días y las noches sin sus sueños. Más temprano que la madrugada salía la madre en busca de comida, en las tiendas, por los escombros entre los que ella misma se contaba,y de allí volvía para casa, que Quique tenía que desayunar y apenas encontraba nada. Los días de mercado rondaba de puesto en puesto pellizcando algo por aquí, nada por allá y en esos
días la cocina estaba de fiesta y Quique mordía el pan del día, la fruta fresca brillante y a veces, un yogurt de buena fecha o unas zapatillas de primera mano.
Diario de Quique:
Mi papá está algo triste, me ha dicho que ya no tiene el taller, que ya no tiene trabajo y que ahora no puedo querer muchas cosas pero es genial porque está siempre en casa, cuando llego del cole nos vamos a pasear y aunque esté serio,se ríe conmigo y de mí.
Le he dicho que la bicicleta se la pido a Papa Noel o a los Reyes pero dice que ellos también están pobres porque solo trabajan un día al año y luego nada, como él.
Después de perder el taller quedaba la casa que lo avalaba. El desahucio no tardaría.
Mientras que Quique estaba en el colegio, no veía la lucha de un padre que salía en busca de cartón, chatarra o a la huerta a ver si allí podía hacerse con unas cuantas patatas,naranjas o limones y tampoco imaginaba las peripecias culinarias de su madre que afinaba la inventiva cada día para ver qué ingredientes echaba a la olla y luego salía en busca de donativos y favores consciente de no buscar la caridad sino la justicia.
Diario de Quique:
Últimamente encasa lo pasamos de miedo, mamá y papá meten las cosas en cajas y jugamos a clasificar las de la cocina, las del baño, las de mi habitación…yo les pongo el nombre por fuera y hacemos espacios más grandes para jugar. Además mamá cocina sin tropezones, ayer espaguetis solo con tomate, como me gustan a mí, hoy, pan tostado y dice mi amigo Pedro que eso se lo hace su madre cuando está malito de la barriga.
Yo no estoy malito pero mi madre dice que por si acaso. Si apruebo el examen de mañana me ha prometido chuches y encima la oí decir que, por ahora, nada de ir al dentista.Mi madre es genial.
Cuando Quique soñaba con superhéroes de ficción, en la habitación de al lado se desgranaba la desgracia, grano a grano los reproches, grano a grano la desilusión. Los dos habían pasado toda una vida de trabajo para llegar a no poder cubrir ni sus necesidades más básicas. Tal vez se habían llenado los bolsillos de tantos sueños que se le fueron cayendo por el camino, como las migas de pan de Pulgarcito pero sin retorno.
Diario de Quique:
Mis amigos se quejan de que sus papás no pasan tiempo con ellos, ni siquiera paran por casa y cuando lo hacen, están atrapados por el ordenador. Yo les digo que eso en casa no pasa y me llaman el raro porque les digo que nosotros no tenemos ordenadores ni consolas, que jugamos a las cartas o al parchís y todo a la luz de las velas.
En la alcoba de los sueños rotos un padre y una madre se debaten en dilemas, les han cortado la luz, pronto habrá que salir de esa casa y contarle a Quique la dura realidad.
Un día alguien tiró una bicicleta vieja y el padre de Quique decidió arreglarla para él. La sacaba despacito de debajo de la cama y por las noches, cuando todos dormían le daba una mano de pintura, le colocaba esponja en el roto sillín,unos puños en los manillares y una linterna como faro. Papá Noel se la traería a Quique por Navidad. Una noche, Quique oyó ruido y se despertó, se escondió enel pasillo y allí lo estuvo espiando todas esas noches hasta que el apaño de la bici terminó.
Quique tenía siete años cuando arrancó de cuajo los posters que decoraban su habitación desde que él recordara, adiós Spiderman, adiós Supermán. Estos superhombres habían reinado en sus juegos y en su vida pero ya no creía en lode tirar tela de araña con las manos o lo de volar con capa azul, la realidad le daba el primer bocado. ¿Se estaría haciendo adulto?, tal vez ya era el momento de buscarles sustituto.
Dejó de creer en Papá Noel y en los Reyes que montan en animales voladores y traen regalos gratis que caen por la chimenea. Entonces,si esos personajes no existían ¿Quién traía la comida por las noches? ¿Quién luchaba contra todo enemigo para que Quique tuviera ropas, libros y bicicleta? No, no eran sus héroes de papel los que hacían eso, él sabía muy bien que no. Sabía reconocerlos porque de día iban camuflados de personas normales pero de noche, todos sus súper- poderes salían a la luz. Desde que espió a su padre arreglando aquella vieja bicicleta tuvo claro que él era uno de ellos. Real, de carne y hueso y sin capa ni telarañas.
La noche en que Papá Noel le dejó la bicicleta al pie de la chimenea, tan bien envuelta en mil papeles, su padre lo observaba escondido en el pasillo, como Quique había hecho antes, y sabiendo el niño el escondite, también supo que lo observaban y puso cara de sorpresa, de emoción y luego rió…como le había visto reír a su padre, esas veces que estaba triste y disimulaba para que nadie notara que lo estaba.
Esa noche sintió la belleza de las cosas que no se ven y el poder de ver lo invisible.
Esa noche sintió la belleza de las cosas que no se ven y el poder de ver lo invisible.
Diario de Quique:
Se le ha roto un pedal a la bici y la rueda se dobla y me caigo todo el tiempo, mi padre dice que se la dé para chatarra pero yo la arreglaré como pueda. Parece que nos mudamos a casa de la abuela, voy a echar de menos mi casa aunque mucha gente está visitándonos últimamente, ha venido hasta la tele y han colgado carteles.Con la abuela estaremos bien porque allí también están mis tíos y primos, la familia toda junta. En el colegio me han llamado desahuciado, yo no sé lo que es eso, parece una enfermedad.
Mi padre dice que eso es supervivencia y que los malos nos pueden quitar todo menos lo que no se ve y de eso tenemos mucho. Ya no habla de bancos, ni de dinero, ahora habla de dignidad, tampoco sé lo que es, pero sé que no se puede ver..
En la penumbra de la alcoba, hay sentimientos que nadie puede ver, que bastante expuesta estaba ya su miseria en el tendedero de las vergüenzas humanas:
_ Habrá que contarle al niño lo que pasa, no puede vivir engañado, que ya nos han engañado demasiado a nosotros para que lo hagamos también con él. Es pequeño pero entenderá porqué no puede llevar ropas nuevas como los demás, porqué no puede tener la consola, porqué no hay comida en la cocina, ni luz, ni gas, ni casa…
_ Déjalo,mujer que él vive en su mundo de superhéroes y súper-poderes, que es lo suyo a su edad, ya tendrá tiempo de darse con la realidad en las narices y mientras eso no ocurra será niño, con sus sueños intactos…además ¿no dijo un sabio una vez que la vida es sueño?
_Si, una sombra, una ficción, que el mayor bien es pequeño, que el hombre que vive sueña lo que es, hasta despertar. Mañana despertaremos juntos…
_ Si, y gracias a tus padres.
Y a los dos se les escapaba una risa invisible…
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