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El bandolero JAIME "EL BARBUDO"


En noviembre de 1805, en una de las dos tabernas del pequeño pueblo de Catral, se originó una disputa entre varios de sus clientes, que dio origen a un grave enfrentamiento días después, entre Jaime Alfonso, un jornalero que cuidaba por entonces de las tierras del Alcalde del pueblo, y tres individuos, y que acabó con la vida de uno de ellos, apodado “El zurdo”, a manos de Jaime, y al parecer, en defensa propia.
No lo vio así el alcalde y el juez, ya que los otros dos testigos de la pelea le acusaron de haberlo matado a traición, y  decidieron organizar una partida de escopeteros en busca del asesino. Jaime decidió huir al monte, donde se refugió en una de las cuevas de Crevillente, lugar en el que había nacido.

Durante la guerra napoleónica, especialmente a partir de 1811, alternó el bandidaje con la guerrilla. Actuó con sus hombres, generalmente a las órdenes del guerrillero Villalobos o en contacto con él, en numerosas acciones por la Mancha, Sierra Morena y las sierras del Reino de valencia. A finales de 1813 cuando los franceses abandonaron las tierras valencianas, Jaime consiguió el sobreseimiento de las diligencias judiciales instruidas por aquél asesinato de Catral y se retiró a Crevillente. Dos años después volvió a organizar la cuadrilla y anduvo operando por una amplia zona del sur valenciano y de Murcia, encarnando una versión de tipo bandolero generoso, apreciado y respetado en los pueblos.

En 1824 fue ejecutado en la Plaza de Santo Domingo de Murcia:
 “Por orden del Rey y con fecha cinco de julio del presente año, se dispone que sea cumplida la sentencia dictada en su día por esta Audiencia, aquí y ahora, y consultado y firmado por quien poderes tiene, en nombre de su Majestad Fernando, convoco a quien será ajusticiado en la horca: Jaime José Cayetano Alfonso Juan, conocido como El Barbudo, natural de Crevillente, del Reino de valencia, reo del delito de “robos en despoblado” y otros excesos cometidos contra la sociedad. Al amanecer de hoy se dará la orden de ejecución, disponiéndose, además, que su cuerpo sea descuartizado, fritas sus partes y mandadas a colocar donde hizo mal, para que sirva de ejemplo.”

Una vez frito y descuartizado, sus partes se colocaron en unas jaulas de hierro y éstas fueron tapadas con sacos de cáñamo y colocadas en un carro. El mismo día seis de julio salieron desde Murcia custodiadas por guardias armados, y comenzó el reparto por los pueblos. Se sabe que se dirigieron, en primer lugar, a la plaza de Crevillente, y que colocaron una de las jaulas en el arco que precede a la entrada de la Casa Consistorial, en el que se había colocado un gancho para poder colgarla. El verdugo y los guardianes durmieron en una posada de Crevillente, y al día siguiente continuaron camino con el macabro cargamento, para colocar las partes de Jaime en los llamados “rollos” o picotas. Se trataba de una columna cilíndrica de piedra con argollas  o abrazaderas, donde quedaban expuestos, al aire libre, los pedazos de los ejecutados o las cabezas en caso de decapitaciones. Se sabe que, en el caso de Catral, estaba colocada en la antigua entrada de la villa de San Felipe, conocido como el puente del rollo, y allí se expuso una de las manos de Jaime Alfonso.

Publicado en "Sucesos de Almoradí"
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