Hoy es

la Casa "Pajisa" de ROJALES




Rojales ha sido escenario de una gran cantidad de leyendas, la mayoría ya contadas aquí: 
La “Encantá”, “La Aparecida”, “La niña del pozo”…

Existe una que nos habla de una casa en la huerta conocida como “casa pajisa”, donde habitualmente se oyen llantos de niños, gemidos de mujeres y aullidos de lobos.
Nos cuenta que todavía hoy en los días de viento, cuando se escucha el ruido de los cañares, a los vecinos de Rojales se les ponen los pelos de punta pensando que puedan repetirse unos hechos como los ocurridos antaño en la casa pajisa.
Pero, ¿cuál fue ese extraño acontecimiento que aún mete el miedo en las carnes?

La historia cuenta que a finales del siglo XIX, en una casa de la huerta vivía una familia trabajadora compuesta por el padre, la madre, sus siete hijos y un sobrino huérfano, mayor de edad, pero mudo.
Una mañana aparecieron todos muertos, menos el mudo, que se había escondido antes de iniciarse la reyerta y así salvó la vida.
Cuando las gentes del pueblo le preguntaron cómo había ocurrido sólo pudo responder dibujando un árbol. De ello dedujeron que los asesinos eran los miembros de una familia vecina, que habitaban en un caserío cercano y solitario, conocidos por el apellido Robles.

Por alguna extraña razón los sucesos pasan a convertirse en historias que una siguiente generación va transformando para convertirla en leyenda. Así ocurrió con la niña del pozo, basada en un hecho real que sucedió la noche de San Juan de 1917, y así ha ocurrido con ésta historia conocida como la “casa pajisa”, aunque en las escuetas notas de prensa que he encontrado no hablan de ningún niño sordomudo ni se da la cifra de siete hijos.
De una ú otra manera, los atroces crímenes se cometieron realmente el 26 de octubre de 1850 en una casa de la huerta de Rojales, donde apareció “pasada a cuchillo” toda una familia.
No sólo asesinaron al matrimonio, ella embarazada, sino que mataron a sus dos hijos, de uno y tres años, y a la niñera. Hasta el siguiente lunes, no se encontraron los cadáveres.
Un mes después eran detenidos los autores del múltiple asesinato.

Ésta era la nota de prensa que se publicaba en “La España”:
“En la tarde del 22 fueron detenidos tres individuos de una misma familia bastante conocida en el pueblo de Rojales, y a quienes se atribuyen los horrorosos asesinatos cometidos en aquel término municipal. Llegaron a Alicante custodiados por un destacamento de Infantería y algunos caballos, guardando la incomunicación más rigurosa.
Habiendo sido cometido el crimen en despoblado y estando presos los reos en virtud de las investigaciones practicadas y de la causa que instruye el fiscal militar nombrado por el comandante general de la  provincia, probablemente serán juzgados militarmente y en Consejo de Guerra ordinario.

Es muy digno de elogio el celo que en esta ocasión han mostrado, así la autoridad superior militar como la civil, está constituyéndose por sí misma en el sitio de la catástrofe, practicando las primeras diligencias, las más exquisitas indagaciones y facilitando al juez de primera instancia del partido de Orihuela, y más tarde al fiscal militar nombrado, todos los datos y noticias que supo adquirir y procurarse; y la primera dando comisión a un fiscal idóneo para formar la causa y proceder con la mayor eficacia al descubrimiento de los delincuentes; descubrimiento que tal vez no se habría verificado sin ésta circunstancia, y la presencia de la tropa armada que le acompañaba, por la confianza que naturalmente debió inspirar a los habitantes del referido pueblo y sus cercanías, aterrados todavía por la impresión que en su ánimo había producido tan doloroso acontecimiento.
Horroriza decir que la causa de estos asesinatos ha sido un perro.
Así es, sin embargo: el padre de la familia tuvo la desgracia de matar uno que pertenecía a su asesino, y de aquí la tremenda venganza que ha tomado éste, incitado además por antiguos odios políticos”.





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