Tengo una vieja colección de imágenes que tomé hace algunos
años, debe hacer más de veinte, y que me sirvieron para denunciar la situación
en la que entonces vivían algunos de éstos animales. Me gustaría creer que afortunadamente
forma parte del pasado y que ya no se repiten las mismas historias y
situaciones, pero no es así.
Los que tenemos un perro en casa, los que convivimos
diariamente con ellos, sabemos mejor que nadie como sienten, sufren y se
entregan sin condiciones.
Internet está plagada de grandes historias de perros, de
fidelidad, de hazañas… Las mías son pequeñas, creadas a partir de una fotografía,
y en las que lamentablemente suele haber maltrato y abandono, así que, seguro
que no a todos os gustarán.
Advertidos estáis.
Pero no todo es tristeza, y como prueba de buena voluntad,
ésta primera foto que acompaño lo hago al hilo del pequeño artículo que publiqué
hace unos días sobre los pastores. Está tomada por la zona de la Plaza Ciudad de Elche (seguro
que reconocéis la casa del fondo), y nos muestra un enorme rebaño de ovejas con
su “oficial” al mando.
Me parece increíble ver a éstos perros como controlan su
rebaño, siempre alerta, buscando a la pobre que se queda rezagada y ladrándole
para que acelere su paso renqueante y se una al resto.
Sus vidas, como la del viejo pastor, están hechas a su
rebaño, y en ese pequeño mundo suelen vivir hasta que sus patas ya no
responden.
Nunca he visto un perro cojeando rezagado detrás del rebaño.
Lo cierto es que ya no veo ningún rebaño, deben haber sido engullidos por el progreso, bendito progreso.
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