Publicado en el libro "Sucesos de Almoradí"
“La vida de los payasos, como la de todos, está llena de risas y lágrimas”.
Ésta frase la utilicé cuando contaba la vida de Jesús Amorós, el gran payaso Clow de nuestro pueblo conocido como “Cugatty”, y metido a empresario de Circo a partir de los años 50.
En aquél pequeño artículo publicado en el Libro de Feria del 2009 os contaba algunas pinceladas de su particular tragedia, de cómo había logrado ser uno de los pocos supervivientes de las matanzas de Paracuellos de Jarama, en plena Guerra Civil, huyendo y llegando descalzo hasta Valencia.
En las navidades de 1953 volvió a actuar en nuestro pueblo y concedió una interesante entrevista al diario “La Verdad ” donde hablaba de los momentos más duros que había tenido que pasar en sus actuaciones como payaso.
Esto fue lo que contó:
-“Estando en San Sebastián, en el circo “Feijó”, se me murió un hijo de diez años en Valencia. Ese día tuve que actuar tres veces.
También en Santander, en plena actuación, tuve que salir para Madrid porque una hija mía, que había sido operada, se estaba muriendo. Llegué con el tiempo justo para enterrarla é inmediatamente tuve que volver para Santander.
Y el día que falleció mi madre, estando en Vigo, recibí el telegrama comunicándome tan triste noticia cuando justamente iba a salir a escena. No tuve más remedio que salir a hacer reír a la gente, aunque lo hice llorando.”
Pero hoy, lo que os traigo es otra historia, también de payasos, y en un escenario muy particular: “El Circo Amorós-California”, de nuestro almoradidense, Jesús Amorós.
Se trata de un suceso conmovedor que dió la vuelta al mundo.
El 7 de abril de 1958 se presentaba en la localidad de Avilés el “mayor espectáculo del mundo”, y con él “Bill Wild”, una de las actuaciones cumbre del circo, un tirador de asombrosa precisión, que disparaba con una carabina a diferentes objetos: globos, cartas, cigarrillos y otros objetos, sobre una pantalla.
Tenía tal precisión que hasta sus compañeros creían que trucaba la actuación.
Aparentemente todo marchaba perfecto, aunque él estaba seguro que aquélla noche algo había fallado.
María García Pascual, locutora y presentadora del circo, se encontraba en otro lugar, exactamente detrás de la pantalla de los impactos, pero en el camerino y planchando sus vestidos. La bala de uno de los disparos se perdió y María lo recibió en el cráneo, provocándole la muerte instantánea.
El número continuó porque nadie se había percatado de lo que pasó, aparentemente todo había salido bien, así que, grandes aplausos y un público entregado, esperando la presentación del siguiente número, que esa noche no llegó.
“Bill Wild” quiso suicidarse y renunció a seguir con su número, pero tampoco huyó de su mundo, de su familia, hubiera sido una cobardía.
Pasó a ser el payaso “Barton”, compañero de pista de “Bimbo” y “Ramoncete”.
No dejó de llorar durante el resto de su vida la muerte de su compañera, y curiosamente, cada día, tuvo que salir a la pista para hacer reír.
Un último apunte que completa la historia: Maria Pascual estaba casada con otro miembro del circo, “Deany”, que continuó como locutor y presentador.
Cada noche tenía que presentar, con el mayor de los entusiasmos, a “Barton”, el payaso que una vez fue un gran tirador, y a pesar de todo, nunca dejaron de ser amigos, grandes amigos, quizá unidos por el triste recuerdo.
Seguro que los más mayores recuerdan la llegada del “California” a nuestro pueblo, y si cierran los ojos, podrán incluso oír los disparos del gran “Bill Wild”.
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