Hoy es

FERIA 2019 Pregón de Joaquín Pérez Sánchez

Anoche asistí, de la mano de mi buen amigo Joaquín Pérez, a un magistral “viaje en el tiempo”; un pregón  en el que describió vivencias y emociones comunes a la mayoría de almoradidenses. Lo hizo, además, con el añadido de ser una gran persona, amante y conocedor de su pueblo, lo que garantizó un ameno y didáctico paseo en blanco y negro y color. ¡Enhorabuena -no ausente-!
Pregón:




Excma. Alcaldesa, autoridades, Reinas Mayor e Infantil de la Feria y Fiestas, Damas de Honor, queridos paisanos, visitantes, muy buenas noches.

Hace aproximadamente un mes regresaba a España después de casi cuatro años residiendo en Lima-Perú. Volvía cargado de maletas y nuevas ilusiones y con unos deseos tremendos de reencontrarme con los dos grandes pilares que, en momentos complicados, vividos allende los mares, me ayudaron en todo momento a seguir en el día a día.

 El primero de esos pilares lo forman las personas que mi mujer y yo dejamos aquí: nuestros hijos Joaquín y Carmen María, y el resto de la familia, Rosa, mi nuera, Carmen, mi suegra, mis hermanos, Ramiro, M Carmen, M Ángeles y José Antonio, mis cuñados, mis sobrinos y, cómo no, los amigos.

 El segundo de esos  pilares,  en cambio, trata de asuntos no físicos, me refiero a momentos, sensaciones, olores, sabores, luz, color, calor, raíces... y todo este conjunto se resume  en un nombre …ALMORADÍ

 Y estaba en esas cuando, en una tarde calurosa de Madrid, recibo la llamada de nuestra Alcaldesa María: ¡Pregonero de la Feria y Fiestas 2019! ¡Pregonero de las Fiestas !
Pensé: "No querías ALMORADÍ, pues toma dos tazas"

Por un lado un gran honor y un enorme orgullo, pero por otro responsabilidad, desazón y muchos nervios.

 Pensé, también, en los  requisitos que debe cumplir un pregonero. Normalmente se trata de una persona que es hijo del pueblo. Bien, primera premisa correcta: nacido en la Calle ahora Comunidad Valenciana, antes Alcázar, en el  41,  en el lugar que ahora ocupa la Floristería Marianela.

 La segunda premisa es que desempeñe su labor fuera de Almoradí, es decir, que sea un almoradidense ausente… Y ahí, queridos amigos, hay un pequeño error porque, aunque mi actividad profesional ha estado lejos de nuestro pueblo, nunca me he considerado ausente. He procurado venir y compartir con vosotros los acontecimientos culturales y sociales  tantas veces como  me ha sido posible y prueba de ello, entre otras, mi pertenencia “activa” a la Comparsa Moro Almoradí y a la Hermandad del Prendimiento y su Representación, El Mesías. Así que de ausente, nada.

Cada uno de mis antecesores en este estrado se ha encargado de contarnos sus vivencias, las de otras gentes, la historia de nuestro pueblo, sus recuerdos, nuestros personajes y todos han ido glosando y ensalzando las bondades de Almoradí de una forma magistral, por lo que permitan que, con toda humildad, también me incline esta noche  a hablarles, en un pequeño viaje por el tiempo,  de mis vivencias,  mis sentimientos y mis sensaciones, y que me dirija a Vds., en este maravilloso  Paseo, con el objetivo de transmitirles qué es para mí  mi pueblo y pregonar la llegada de nuestra Feria y Fiestas. Espero estar a la altura.

Soy el tercero de cinco hijos de la familia de Ramiro Pérez (El de León y de Carmencita Sánchez (hija del Guardia, Conserje del Liceo y del Casino, el Sr. Sánchez). Como digo soy el hermano del medio absoluto, teniendo en cuenta el orden con el que mis padres fueron teniendo hijos… Chico, chica, chico…  Por tanto ¡ Yo era el heredero! Sí, no era el primogénito pero heredaba… de mis hermanos mayores… juguetes, libros, bicicleta, traje de comunión y otros vestuarios (menos el Domingo de Ramos, que ya se sabe que quien no estrena , no tiene manos).Pero estuvo bien, estaba claro que yo aportaba el equilibrio a esta numerosa familia en la que la presencia de los abuelos ,tíos y tías, era continua, formando así una gran familia.

Mis primeros recuerdos, los que yo llamo en blanco y negro, me trasladan a mi infancia y adolescencia y me llevan inexorablemente a tener una sensación, quizás irreal, de días largos … muy largos.

 Y a mi calle Alcázar y mi barrio. A mis amigos de aventuras, entre otros, Jorge (Bombero) y Antonio (Mínguez). Días de puertas abiertas, de compartir televisión en las noches de estío mientras las familias tomaban el fresco.

El punto de encuentro de todos los colegas del barrio, era el solar de detrás de nuestras casas, el Campico; allí se organizaban partidos de futbol con piedras como porterías, se hacían cabañas, se jugaba a mil juegos y se planeaban salidas nocturnas, eso sí, con linternas de petaca, buscando a el Lute (que se decía estaba escondido por allí) y otras veces investigábamos la huerta, poniendo pistas para no perdernos cual Pulgarcito, o recogíamos caracoles para su posterior venta  y comprarnos después, con las ganancias, sidrales, chocolatinas, kikos, pipas y demás manjares.

Y recuerdo nuestra casa, el patio con la tinaja de agua (qué placer beber del cazo metálico directamente, aunque te jugaras una buena reprimenda) y el armario empotrado, lugar especial de escondite donde siempre nos atacaba el farol de la Hermandad del Prendimiento que caía sobre nosotros, el sofá de skay y los cuadros de caza y de la televisión con mando para cambiar a la segunda cadena (el mando era yo)… Y recuerdo con nostalgia las casas de los abuelos y  Guardamar... En fin, eran días de Chiripitiflauticos, Cesta y Punta, de Félix Rodríguez de la Fuente y de Historias para no dormir. Días de TBO, Capitán Trueno, Mortadelo, Anacleto, Doña Urraca,  Rompetechos … de coleccionar estampas en maravillosos álbunes que se pegaban con una suerte de pegamento hecho por mi abuela Carmen con harina (sirva como ejemplo Vida y Color 1- 2 ).

Y de sonidos: del afilador, de Ramonet, de los comerciantes del mercado; Y por Todos los Santos del vendedor de "arrope y calabasate" y los sábados la petición lastimera de limosna de una anciana de Albatera, la Peregila (¡qué miedo nos daba!).

 Recuerdos de olores y de imágenes: olor a tierra mojada mientras mi madre rociaba la calle, olor a picón y de zuros ardiendo en braseros distribuidos en una hilera no perfecta en las puertas de cada una de las casas.

Tiempos  de largas sequías, y de crecidas e inundaciones de nuestro Segura. Eran, en fin,  días de pantalones cortos (los largos a partir de los 10 años)  o de botas katiuskas.
Y tiempos del vetusto Grupo Escolar, el Canales, con esos pasillos tan largos. Siempre, en los cinco años que estuve allí, con mi maestro Juan Miguel Pérez.

Recuerdo juegos: caliche, pique,  reata, puño y vaina, cuatro esquinas, tabas, rompes, tuerca, chapas,  cara y cruz, cromos, conejera, goma, tejas, cheroles .. De todos reivindico el pique, si no es posible como deporte olímpico, si para que se recupere y se vuelva a practicar. Era divertidísimo y completo. Unía habilidad, equipo, destreza, cálculo…

 Y la Iglesia. Mi abuelo Joaquín me llevaba a misa todos los domingos, era una de las condiciones para cobrar la paga semanal, las otras, breve explicación de lo que ha dicho el cura en el evangelio y color de la vestimenta. Se trataba pues de estar atentos. Siempre en casa nos inculcaron la devoción por el magnífico Cristo de las Campanas, por la Virgen del Perpetuo Socorro,  (felicitar a la Parroquia y a la Archicofradía, por la excelente organización de su año jubilar), por San Andrés y, cómo no, por los Santicos de la Piedra, aunque (permitan la licencia) debo reconocer que de niño me producían una cierta desazón. ¡No entendía que los protectores de nuestra Huerta fueran de tamaño tan pequeños!. Así ¡cómo se podía presumir de santos!

Y la Semana Santa. La Hermandad del Prendimiento, a la que pertenezco toda la vida y de la que mi padre fue socio desde sus inicios. Su fundación se produjo justo enfrente de donde estoy ahora, en la tienda de mis abuelos el Bazar León Pérez.

Recuerdo a mi abuela y a mi madre  preparando vestas y capirotes, alargando capas( ¡cuanto has crecido este año!). Hoy ,  camarrojas,   mújol de El Hondo y torrijas.

Jueves de procesiones. Imaginería por las calles. Olor a monas y a cera quemada de los cirios. Viernes de música clásica y de matraca. Recogimiento. Domingo de Encuentro y  Aleluyas desde el balcón de la casa de mis abuelos paternos, la casa  del paseo. Después el primer helado del año.
Y por Mayo  preparábamos  entre los amigos la Sagrada Familia, incluidos los  cánticos, con un montón de problemas con el papel seda, la vela, el fuego, el viento… “Ni se canta, ni se resa, que me duele la cabeza”, decían nuestros vecinos, mientras sonreian por sus adentros... ¡Qué recuerdos!  También flores y cruces de Mayo.

Y  la huerta, Jueves de Mona en el Bañet, con mis padrinos Pedro y Pilar,    vega de  agrillo y  regalicia, de  pozo y  de cántaro, de azahar y naranjos,  de sombra de morera y gusanos de seda  y de tahúllas y bancales, de  noches de tanda y riego, de acequias y portillos, de habas y alcachofas,  de jínjoles y ciruelas,   de gorriones y merlas, de blusas y esparteñas, de la siembra a la  siega, y de  gallinas, palomas, conejos y pavos  y de corbillas, azadas,  legones y horquetas. De aperos de labranza y de  paisaje de alpaca y panochas, de cocina de leña y horno con olor a pan y a asado, y colgado el  embutido de la matanza. De hombres abnegados, humildes y generosos como no hay otros, pero garantes de los suyo, que defendían y defienden un litro de agua o un metro de tierra.

 Decía Antonio Sequeros: La luz de mi huerta es única. Yo no sé si esta huerta es un prodigio de la luz o si esta luz es un prodigio de la huerta.

 Recuerdos de las Navidades. Belén familiar (todavía conservo algunas figuras), villancicos, aguinaldo. Tardes cortas, frio. Misa de gallo. Olor a horno, a leña ardiendo, toñas de miel, mantecados, almendrados y pastafloras. Y yo, acompañando a mi padre por el pavo que había encargado a algún vecino de nuestra huerta (¡ Pero si hay de todo! decía mi madre).

Y de la Virgen del Carmen, la fiesta de la calle y de nuestra familia (teníamos y seguimos teniendo , seguramente debido a la devoción a la Virgen o a la falta de imaginación,  un exceso de Carmenes, tanto en mi  propia familia como en la de mi mujer) Fiesta en la calle Alcázar. La calle se arreglaba, las puertas abiertas. Una multitud de personas paseaba hasta el altar. En la tarde, en los aledaños del Bar Campillo y después de la siesta, el Belluga y otros de la comisión ejercían de anfitriones y jueces de cucañas, pucheros, sacos, cintas y ponían el punto final con el globo de papel ascendiendo al cielo alto y azul.


Y cómo no de la Feria. Dulzaina y tamboril,  carrusel, noria, coches, caballitos. Y arrastre, vaquillas, gymcanas, tiro al plato,  carreras de motos y bicicletas, deportes, conciertos con nuestra Unión Musical (y con ellos en sus pasacalles Joseico), actuaciones de grandes artistas, verbenas, La Umal, Los Rayos, Los Kafres, Los Aversión Show y las alboradas y la procesión de los Santicos. Imágenes del calor y de la alegría, de la  música, de Reinas y Damas, de Paco y Manolo. De tómbolas, de tiro con escopetas de perdigones, de ruletas trucadas de barquilleros, de manzanas con caramelo, de trozos de coco, de chufas, de torraos. Y de casetas de juguetes y de joyas. De abanicos y agua cebada, de sol y de luna.

 En fin amigos, Cada ser humano tiene unas raíces que le hacen sólido y vigoroso. Sin raíces, la vida es frágil y cualquier viento nos puede derribar. Es cierto que con el tiempo el corazón se hace más universal, abrazas nuevas culturas y nuevas gentes, se amplía el horizonte, pero las raíces no cambian.

Lo que sí cambió, a partir de 1975 fue mi vida, la parte en color.  Personalmente inicio mi actividad laboral en el Banco Central, que se ubicaba donde esta ahora el Ayuntamiento,(mi padre, Andrés, los Ferrández, Rovira...) lo compagino con estudios y además formo parte del Club Voleibol Almoradí (aprovecho para darle mi enhorabuena por su sensacional ascenso a la máxima categoría, y para pedir a quién pueda colaborar su apoyo para este y otros proyectos deportivos de nuestro pueblo) Aparecen nuevos amigos, nuevas diversiones. Es un periodo de profundos cambios, nueva forma de Estado, Reforma política, Constitución, Partidos Políticos, Autonomías, Elecciones generales, autonómicas y municipales. Llega la democracia. La economía se empieza a regir por otros criterios. La sociedad cambia El ocio, la moda y la diversión se transforman.

Almoradí cambia también y, por ende, nuestra Feria que lucha por mantenerse fiel a sus tradiciones.

Como un tsunami, como un soplo de aire fresco, aparecen las primeras Comparsas de Moros y Cristianos: nueva música, nuevos desfiles, representaciones históricas, vestuarios...que terminan por complementar nuestra Feria y mejorar las fiestas de una forma magnifica (Desde aquí mi saludo más cordial a todos los festeros, en especial a la Comparsa de el Moro Almoradí y a todos los Correveidiles, Filá a la que pertenezco. Larga es  la lista de amigos y amigas que componen esta gran familia, hoy con el recuerdo a los que tenían prisa por irse demasiado pronto.

Un fuerte abrazo para todos, amigos.

Más tarde aparece la Peña Huertana Los Santicos de la Piedra, realiza  la labor impagable de recuperar y mantener las raíces huertanas y participar y promover nuestras fiestas.
La Feria pues se reorganiza, se moderniza sin olvidar su tradición y mejora.

En esos años formo familia y sociedad con una almoradidense bella y generosa, Mª Carmen, con la que he afrontado todos los avatares de mi vida en los últimos 34 años. Con nuestros dos  hijos y el resto de familia, hermanos y sobrinos escribimos nuestra historia familiar.

Ingreso en El Corte Ingles SA, donde he podido desarrollar prácticamente toda mi carrera profesional y junto con grandes compañeros de trabajo realizar retos impensables para mí. Mi agradecimiento para ellos.

Como decía nuestro pueblo fue cambiando paulatinamente. Ahora Almoradí es una población moderna, de servicios, acogedora, dinámica y eso ya es otra historia.

Pero vamos a lo que hemos venido, que es a pregonar: Yo, hoy, en esta noche mágica de Julio, quiero ser el alguacil que anuncia las fiestas, y el pregonero que proclama los productos más auténticos de un pueblo como el nuestro: la amistad, la hospitalidad y la convivencia.

Así, hago saber:
Que son días de alegría

Que son días de sentirse queridos y esperanzados

Que la fiesta debe ser un espacio para el encuentro, para la nostalgia y para renovar nuestras ilusiones.

Que salgamos a nuestras calles para acompañar desfiles, boatos, eventos, procesiones.

Que disfrutemos con plenitud de nuestras fiestas

Que saludemos a nuestros vecinos, como si fuera la primera vez y a nuestros visitantes que nos honran con su presencia como amigos de toda la vida.

Que los abuelos ferien a sus nietos y que se regalen los enamorados.

 Abrazaos pues, bailad, cantad y reíd.  Dejaos llevar por la música, de forma que la explosión de vuestra alegría no tenga más límite que el del respeto a los demás. Respeto de todas las formas. Recordad, violencia no es amor. Promulgo el respeto a las minorías y a lo diferente. Sabed que un pueblo que sabe divertirse a fondo, en paz y armonía, es un pueblo culto y sabio.

Y os recuerdo que esta feria es también de los que desean estar aquí y por diferentes causas no han podido, de aquellos que esperan que pase el tiempo veloz en los hospitales, de los que la enfermedad les retiene en sus casas, y de los almoradidenses que están fuera

Y por supuesto de los que ya no están. La vida de los que nos han precedido en este pueblo, agricultores, artesanos, comerciantes y otros profesionales, no fue tarea fácil. Por tanto, es justo dedicarles un recuerdo porque con su esfuerzo construyeron este pueblo. Permitidme aquí un recuerdo especial a mis padres Ramiro y Carmen, y a mi suegro Ángel.

Ahora les toca a Vds., Este pregonero finaliza su alocución, no sin antes mandar un afectuoso saludo a mis amigos y compañeros de tierras de Latinoamérica y en especial a Frida y a los niños del Orfanato de Lurin

Que la concordia de las fiestas nos invite a seguir trabajando juntos, a aparcar las diferencias, para conseguir una villa más habitable y feliz. Un fuerte abrazo, amigos, vecinos y visitantes de Almoradí.

 ¡Viva la Feria!  ¡Viva Almoradí¡


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