Entre las víctimas de la trágica represión franquista llevada a cabo en la posguerra, algo de lo que ya os hablé AQUÍ y de lo que ha publicado un magnífico trabajo Daniel Ferrández Pérez, encontramos a Soledad Amorós Girona, fusilada con veinticinco años el 3 de febrero de 1942 en el campo de Rabasa de Alicante.
La acusación fue la siguiente:
"Estar al frente de las turbas rojas y asaltar la casa del párroco, afiliada al Partido Comunista, concejal y delegada de este partido en casi todas las reuniones, habiendo tomado parte en las mejores requisas que se hicieron en el pueblo. Ingresó en el quinto regimiento de milicias populares, hizo gran propaganda de la causa roja, considerada peligrosa y enemiga de la causa nacional; indujo a sus hermanos a cometer asesinatos y un día después se ensañó con los cadáveres."
Entre la declaración de testigos se le acusó de "dirigir el asalto a la casa parroquial y organizar las milicias femeninas locales; asistir a mítines e insultar en los mismos, con palabras soeces, a nuestros gloriosos generales, especialmente al Caudillo."
El informe de falange añadía que "era enemiga de la ideología derechista y dirigente de masas marxistas", sin embargo, nunca se le pudo acusar de ser inductora o autora de ningún crimen. En prisión preventiva desde el 29 de abril de 1939 fue condenada a pena de muerte.
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