Magnífica la comedia
agridulce (¿quizá romántica o tierna?), verdadero humor negro entre madre e
hijo, que pudimos disfrutar anoche dentro de la Muestra  Nacional
Un hijo golpeado por la
crisis, en paro durante meses, que quiere vender la casa en la que vive su
anciana madre, porque de otra manera su familia no llegaría a fin de mes. La
madre, a sus 82 años, acaba de entrar en relaciones con un “indignado” argentino,
mucho más joven que ella, por lo que se niega a abandonar su casa para ir a
vivir con su hijo, su nuera y sus nietos.
Una obra dividida claramente
en dos actos, y que acaba con una lección de vida: a cada cosa hay que darle la
importancia que se merece.
Llueve, pero al final siempre escampa.
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