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El maestro Manuel Pascual

El 12 de febrero de 1803 se compraba, por Orden Real, un ejemplar del “Arte de escribir por reglas” para uso en las escuelas, de don Torquato Torío, y se pagaba por el ejemplar la cantidad de 72 reales de vellón.

Ser maestro de escuela en el siglo XIX suponía vivir casi en la indigencia, algo que ya expliqué aquí:
http://almoradi1829.blogspot.com/2011/08/mas-hambre-que-un-maestro-escuela.html
Hay un caso, el del maestro Manuel Pascual, que me ha llamado poderosamente la atención, ya que se trata de uno de aquellos personajes que han pasado por nuestro pueblo de manera anónima y que merecen todo nuestro reconocimiento.

Solo una escuela de niños municipal existía antes de los terremotos.
Entonces solo era necesario para ejercer la docencia un certificado de haber sido examinado y aprobado en doctrina cristiana, y un informe de la justicia informando sobre “su vida, costumbres y limpieza de sangre”.

Con esto se presentaban ante un comisario del Ayuntamiento demostrando su pericia en leer, escribir y contar. Solo se enseñaba, y no de manera obligatoria, la lectura y escritura, cuentas y la doctrina cristiana.
Además los padres no tenían ningún interés en que sus hijos estudiaran, en todo caso, les venía bien que tuvieran un lugar donde estar recogidos hasta que pudiesen trabajar. Aunque la primera Constitución, aprobada en 1812, ya definía por primera vez la educación como universal, es decir, para ambos sexos, no aparece ninguna maestra para niñas en Almoradí hasta después de los terremotos, dejándolas apartadas durante varias décadas de ése derecho.
Hasta entonces la única posibilidad era la de ingresar a las niñas en algún convento religioso de Orihuela, al acceso solo de las familias con buena situación económica, donde se les iniciaba en los conocimientos básicos de lectura, doctrina cristiana y labores del hogar.

Durante la primera década del siglo estuvo dirigida por el maestro de primeras letras, además de fraile, Bartolomé Villó.
Le sustituyó el personaje que ahora nos ocupa, don Manuel Pascual en 1812, que fue el Maestro de Instrucción primaria cuando sucedieron los terremotos, y por lo tanto, también fue la persona que continuó la enseñanza con los niños que sobrevivieron al seísmo.
Durante 38 largos años ejerció como maestro y también como Secretario del Ayuntamiento.
En 1868, su viuda Dolores López recibía una pensión de 109 escudos concedida por el Gobernador Civil en “virtud y recompensa de los servicios prestados”, siendo la única vez que se pagó en todo el siglo una pensión de éste tipo.

Como diría el humorista Tip…Santo Barón.

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