Hoy he caído en la cuenta de que otra vez estáis en vuestra querida Feria, y no he podido evitar acordarme de lo mucho que han cambiado, de cómo se arreglaba el Real de la Feria a principios del pasado siglo, la magnifica iluminación a la “Veneciana” y los adornos hechos con arcos y escudos nacionales. Los feriantes instalaban sus respectivas casillas a los lados de la Glorieta, y los teatros mecánicos, fotógrafos y cinematógrafos acompañaban al celebre “Tío Vivo” con sus caballitos empujados a mano por, entonces, un joven Vicente Tortosa, seguro que os suena el apellido. El comercio
que rodeaba la Plaza contrataba siempre a la mejor banda de música, y las cucañas, globos aerostáticos y castillos de fuegos artificiales atraían a los forasteros que llegaban en sus carruajes. La Feria de caballerías se instalaba en la alameda que había desde el puente de La Serrana y continuaba por el Ejido Norte (actual Rafael Alberti), aprovechando las abundantes y frondosas moreras que cubrían toda la calle. La banda hacia su entrada por la avenida de La Estación, y una vez formada,
que rodeaba la Plaza contrataba siempre a la mejor banda de música, y las cucañas, globos aerostáticos y castillos de fuegos artificiales atraían a los forasteros que llegaban en sus carruajes. La Feria de caballerías se instalaba en la alameda que había desde el puente de La Serrana y continuaba por el Ejido Norte (actual Rafael Alberti), aprovechando las abundantes y frondosas moreras que cubrían toda la calle. La banda hacia su entrada por la avenida de La Estación, y una vez formada,
rompía marcha con un pasodoble que era
acogido con una salva de aplausos por toda la multitud, hasta llegar a la Plaza y comenzar el concierto en el “Templete”. Unos años después, como ya os he comentado, vi llegar las primeras farolas a la Plaza, y con ellas, los primeros automóviles.La iluminación del Real de la Feria era invadida por miles de bombillas eléctricas, y aquél Tío Vivo de la familia Tortosa dejaba de ser empujado a mano para hacerlo con un motor de gas-oil. Las bandas de música seguían siendo los reyes de la Feria, pero, poco a poco, los gustos iban cambiando. Las carreras de cintas daban paso a las “Gymkhanas” de motos ó “biscouter”, y las noches de baile organizadas por el Casino en los años veinte a las Verbenas en el Cine Miravete ó el Patio del Canales.
Desaparecían los concursos de mantones de Manila y se instalaban las primeras Plazas portátiles para traernos grandes novilladas, Paquito Esplá, Tomás Calderón, Vicente Fernández “El Caracol”… Quien me iba a decir que aquél muchacho que venía al kiosco a comprar aquellas revistas de Toros acabaría triunfando en las mejores plazas. Llegaron los bandos de la huerta y los primeros Pregones de don Antonio Sequeros, los concursos de arrastre, las carrozas, los “especiales” del diario La Verdad a cargo de nuestro gran cronista Paco Mira…y el ya viejo “Tío Vivo” de la familia Tortosa, ahora acompañado del Carrusel, el “Baby”…
Los 70 nos trajeron grandes actuaciones musicales, geniales humoristas (como olvidar a Paco y Manolo), aquél mítico “Festival Infantil de la Canción” y con ellos, los comienzos de “Moros y Cristianos”.
Pero no es mi intención aburriros, así que dejaré mi pequeña crónica en éste punto, prometiendo eso sí, continuar el próximo año donde lo dejé.
Cuando miréis la hora en el reloj, por una vez, levantad un poco la mirada y aquí me encontraréis, pequeña, discreta, contemplando vuestras vidas desde aquí arriba, siempre alrededor de vuestro
querido Paseo.
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