Primera Asamblea Caballeros del Cid
Otra fiesta en AlmoradíParece que la fiesta de Moros y Cristianos se ha “puesto de moda”. Una fiesta, eminentemente popular, de hondo arraigo en el norte de la provincia de Alicante (Alcoy, Villena, Villajoyosa ó Biar), va calando poco a poco en el sur (Crevillente, Orihuela ó Albatera) y llega al mismo corazón de la Vega Baja. Y es que razones tenemos; todo aquí hunde sus raíces en la historia de la España islámica: la acequia, la noria, el agua y el azahar, la vega misma, son musulmanas.
Almoradí va a sumarse a este homenaje histórico y festero porque el pueblo así lo quiere. Y bailará como nadie al compás de las marchas porque lo lleva en la sangre, en la personalidad, en el mismo nombre de la villa.
Pero, ¿se une Almoradí a la fiesta de una manera anodina, por simple mimetismo? Desde aquí quiero hacer conocer a todos de que no, de que lo hace con la frente alta porque tenemos nuestra tradición, tradición que quizás no sea pura historia, pero que es leyenda. Y leyenda bella, poética, puede ser la base de nuestra fiesta: En el año 1263, el rey de Aragón Jaime I El Conquistador tiene que volver a reconquistar la zona de la Vega Baja del Segura, ya reconquistada anteriormente en torno a 1240, debido a que hubo una rebelión morisca de gran importancia en ésta comarca. Y la leyenda popular que recoge Montesinos en su trabajo histórico de los pueblos de la Vega, cuenta que el día 29 de noviembre de aquel año estaba acampado el ejército cristiano en los alrededores de la villa, la cual ofrecía seria resistencia armada. Unas aspas doradas aparecieron en la noche sobre la mezquita islámica, situada donde hoy la Iglesia Parroquial, señal de que el triunfo cristiano se daría al día siguiente, día de San Andrés, como así fue. Almoradí fue reconquistada el 30 de noviembre de 1263 según ésta leyenda.
Aquí está la causa de que tengamos a San Andrés por Patrón, de que la parroquia esté a él dedicada, de que en nuestro escudo aparezca la cruz del Santo Apóstol.
¿Fue verdad ó no? Lo más probable sería que Almoradí fuese entonces una pequeña aldea; que los moriscos quizás vieran pasar a las huestes cristianas sin inmutarse y que luego, sin comprenderlo bien, siguieran regando sus naranjos.
Pero ahí tenemos el punto de partida, la leyenda, ahí está nuestra tradición.
Hagamos ahora nuestras fiestas.
J. Antimo Miravete Gómez
9 de Junio de 1979, en el Concierto Homenaje de la Banda
Unión Musical a la Comparsa Caballeros del Cid.
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