Sin ninguna duda, la tragedia y experiencia vivida va a generar tal
cantidad de información, que será necesario recopilarla -a modo
de crónica- para que próximas generaciones la conozcan en detalle.
Lo que os voy a contar es solo una curiosidad -muy llamativa, a
mi juicio- y confirmada por el Arquitecto Municipal Víctor Rodríguez.
Según Montesinos, nuestro bello puente de piedra “blanca berroqueña”,
fue construido en 1560, aunque a consecuencia de numerosas riadas,
y sobre todo tras la guerra de sucesión, tuvo que reconstruirse casi
por completo. Dicho puente fue definitivamente derribado en 1926,
pero se han conservado restos de él hasta nuestros días, algo que ya
he contado en más de una ocasión.
Lo extraordinario es que su estribo -o parte de él- ha sido la razón
principal de que la segunda rotura no siguiese creciendo. Me explico.
El problema principal al que se enfrentaban era que, según se iba
cerrando la rotura, caían nuevas planchas de hormigón a modo de
efecto dominó. Así estuvo ocurriendo hasta que llegaron a los restos
del antiguo puente, cuyo estribo hizo de refuerzo adicional,
permitiendo el definitivo cierre de la fuga.
Quién nos iba a decir que el viejo puente iba a ser parte de la solución,
cinco siglos después. Y es que, las cosas bien hechas....
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