(Artículo publicado en la Revista de Feria de 2017)
“El aspecto tranquilo y apacible del mes de julio en este nuestro querido pueblo va desapareciendo; ya se nota la proximidad de los festejos, habiendo entrado en ese período de animación preparatorio. Y es que este año la feria va a ser mucho más lucida gracias a la variedad de festejos que se proyectan. En la secretaría de este Ayuntamiento se halla abierta la lista de inscripción para la carrera de cintas, cuya cuota que deberá pagarse -algo elevada- es de DOS pesetas, lo que ponemos en conocimiento de los jóvenes de la localidad para que se animen a participar. Jóvenes que, por otra parte, se proponían hacer una barraca en el Real de la Feria* con el objeto de invitar a las señoritas y no han dado pie con bola. Muchas reuniones, mucho hablar y después nada…¡Vaya juventud!. En cambio, el bello sexo ha respondido a la llamada de la comisión de fiestas, y presta su valioso apoyo regalando bonitas cintas bordadas o pintadas por sus primorosas manos, verdaderas joyas artísticas.”
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Así nos relataba el corresponsal del diario “El Liberal” en Almoradí el inminente comienzo de la Feria de 1903, un relato que hoy, transcurridos 114 años, se convierte en un divertido guión digno de la mejor tragicomedia de Berlanga.
Así ocurrió y así os lo cuento.
El día 31 de julio, viernes, daban comienzo las fiestas. Y lo hacían con el apoteósico recibimiento, en la estación del ferrocarril, a la afamada Banda del Regimiento de Guadalajara nº20 con sede en Valencia. Una carretera de Dolores completamente abarrotada por una multitud ansiosa por escuchar y aplaudir los pasodobles de la acalorada y algo descompuesta banda, cansada de tan largo viaje; pasodobles que fueron repetidos -una y otra vez- hasta su llegada a la Plaza.
Ya por la tarde, entrada procesional de los santicos de la Piedra y obligado pasacalles de la citada banda, ya recuperada tras un buen y merecido refrigerio en el Casino. Y para acabar, animados bailes populares y los tan de moda entonces, lanzamientos de globos aerostáticos.
El sábado 1 de agosto, al concurrido y habitual mercado de los sábados -que no se suspendía por fiestas- se unía un gran acto benéfico consistente en el reparto de bonos de carne, pan y arroz a los más pobres. Para ello, se formaba una larga cola a la puerta del Ayuntamiento a la que acudían todos los que no estaban “impedidos” o enfermos, ya que para estos últimos existía una comisión parroquial encargada de repartir el bono a domicilio o al propio hospital de caridad.
Tras el merecido descanso y religiosa siesta, a las cinco en punto, todo preparado en la calle Mayor para dar comienzo a la esperada gran carrera de cintas. Tribunas sin sombra ocupadas por el jurado, autoridades y las bellas señoritas -sombrilla en mano- que afanosamente habían bordado los trofeos. Los jóvenes cabalgando se reúnen en la puerta del consistorio, donde precedidos de la música y muy bien formados en cabalgata, se dirigen en bonito desfile hacia la tribuna. A todo esto, dos sujetos “llevados del ardor que les comunicaba el alcohol”, del que habían abusado, se dan de bofetadas, pero a tiempo las autoridades intervienen, y lo de siempre “a la cárcel y se acabó”.
Todo a punto, hasta que comenzaron a escucharse gritos por la esquina de la calle Infantes -actual Antonio Sequeros-, donde un espectacular incendio, en el nº 28, amenazaba con extenderse a toda la manzana de casas. El alboroto fue general, se tocó rápidamente a rebato en la Iglesia, y todo el público -incluido autoridades elegantemente vestidas-, se dirigió hasta la vivienda en llamas, donde colaboraron a la carrera llevando cubos de agua, gracias a lo cual se evitó su propagación. Pero eso sí, la casa quedó totalmente destruida.
Entre los voluntarios que ayudaron en los trabajos de extinción estaba el Alcalde, Ricardo García, el abanderado de la Banda del Regimiento de Guadalajara que tocaban aquél mismo día, el señor cura párroco y el empresario Adrián Viudes Guirao. Por iniciativa de éste último se abrió una suscripción para socorrer a la familia, que perdió todo cuanto tenía, llegando a recaudar unas cien pesetas.
Entre los voluntarios que ayudaron en los trabajos de extinción estaba el Alcalde, Ricardo García, el abanderado de la Banda del Regimiento de Guadalajara que tocaban aquél mismo día, el señor cura párroco y el empresario Adrián Viudes Guirao. Por iniciativa de éste último se abrió una suscripción para socorrer a la familia, que perdió todo cuanto tenía, llegando a recaudar unas cien pesetas.
Finalmente, tras el imprescindible cambio del ahumado vestuario y entrega de lo recaudado y palabras de consuelo a la familia damnificada, la carrera de cintas pudo iniciarse, siendo seis los corredores que obtuvieron premio y privilegio de ser invitados, junto al jurado y bellas señoritas, a un espléndido aperitivo y baile en el Casino, ofrecido por la comisión de fiestas presidida por el Alcalde...Acabando así una accidentada jornada de feria.
Los santicos anteriores a la guerra civil. |
La mañana del domingo 2 se reservó para la solemne función religiosa, dedicada a los Santos Abdón y Senén, a quienes se les agradeció su protección para que el incendio no se propagase al resto de la calle, y la tradicional procesión. Y por la tarde, concierto musical de la banda de Guadalajara y un gran castillo de fuegos artificiales que tuvo que adelantarse por miedo a que se estropease, ya que el cielo amenazaba tormenta. Un contratiempo que deslució la fiesta, porque los forasteros cogieron carruajes y emprendieron el camino de regreso a sus casas.
Llegado el día 3, y como cierre de feria, se despidió en la estación, con cierta tristeza, a la banda de Guadalajara y se recibió con nuevos aplausos a la de Albatera, que vino dispuesta a animar una verbena a la que apenas acudió gente, solo la del pueblo por ser lunes, y a decir verdad -para qué engañarnos-, porque ya no quedaban ganas de feria.El tren de Albatera-Torevieja llegando a Almoradí |
Así, y como en años anteriores, las familias más pudientes ponían rumbo a las playas dejando atrás la feria, el calor y un pueblo casi desierto. Para el resto de mortales la compañía de ferrocarriles andaluces, con sus trenes baratos de los domingos, ponía al alcance de algunos las cercanas playas de Torrevieja.
*El llamado Real de la Feria se instalaba alrededor del “Paseo” elevado que existió en el centro de la actual Plaza
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