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"Las Bóvedas" de Almoradí

En la parte superior central de la imagen vemos
en la actualidad la finca de Las Bóvedas, y
también su relativa cercanía al río Segura.
La finca de Las Bóvedas, situada justo antes del actual cementerio, encierra una apasionante historia que comienza en el siglo XVII, con la llegada de los frailes Mínimos a Almoradí.
Y es que a la fundación del propio Convento se le otorgó el título del Presbítero almoradidense Martín Tomás y de su devota hermana, porque en mayo de 1610 habían hecho donación de la hacienda de Las Bóvedas, con la única condición de que “se fundase en su lugar un Colegio Pontificio en donde hubiesen estudios de Teología y Artes”, algo que nunca llegó a cumplirse.
Con el tiempo serían llamados “Los Mártires” y aparecían, según descripción de José Montesinos en 1795, en un gran lienzo con marco dorado en la Sacristía  “…de medio cuerpo, a los pies de San francisco de Paula”.

La Comunidad religiosa llegó a construir junto a la enorme hacienda una “aseada mediana Ermita” con la advocación de san Francisco de Paula, donde se decía misa diaria para todos los vecinos del lugar. La memoria descriptiva del libro de gastos del Convento refleja una gran actividad en la finca que producía abundante aceite y vino, que era vendido por los frailes.

Pero ¿por qué el nombre de Las Bóvedas? Se cuenta que, desde tiempo inmemorial, partían desde los sótanos de la hacienda unas bóvedas subterráneas hasta el río, y que eran utilizadas por los frailes como salida natural hacia el mar. Y es que en 1797 se les concedió el privilegio de pescar libremente, y en todo el año, con dos embarcaciones llamadas “Bou” en aguas de Santa Pola, algo que estuvieron haciendo hasta, al menos, 1808, cuando dio inicio la guerra de la Independencia.
Dicho privilegio les fue concedido con la única condición de que los diez hombres necesarios para el manejo de cada embarcación se pusieran, en caso de necesidad, al servicio de la Armada.

La desamortización eclesiástica llevada a cabo en 1820 les arrebató la propiedad, que pasó a ser subastada en 1841. Eran 210 tahúllas de tierra huerta y 150 más de campo que hacían un total de 360, y estaba compuesta de 1250 pies de olivos, 64 de moreras, algunas higueras y una gran extensión con 12.300 cepas de viñedo.
Fue tasada en 100.840 reales y capitalizada en 269.280, cantidad con la que salió a subasta.

  

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