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Joaquín Ballester, el RUISEÑOR de El Saladar

(Entrañable testimonio de Manolete Lucas, al que agradezco su interés en dar a conocer la figura de Joaquín Ballester.) 
Los 50 y los 60 fueron unos años en los que surgieron numerosos niños y niñas prodigio. 
Recordemos a Joselito, Marisol, Karina, Rocío Durcal, Ana Belén... Fueron prototipos a los que todos los niños y niñas de la época nos hubiera gustado parecernos.
Fue entonces cuando en nuestro pueblo, en la pedanía de El Saladar, aparece la figura de Joaquín Ballester Córdoba, un niño que sería bautizado popularmente como "El Ruiseñor de El Saladar". 
Tenía una voz prodigiosa que llegó a cautivar, no solamente a Almoradí, sino a gran parte de la Vega Baja. En varias ocasiones tuve la suerte de escucharle en el Teatro Cortés y puedo asegurar que si su preciosa voz se hubiera tropezado con un Antonio del Amo seguro que lo habría encumbrado a lo más alto de la fama.
Recuerdo que cierta mañana, cuando el verano estaba a punto de despertar, me dirigía hacia la vecina población de Rafal en la G. A. C. que mi padre me regaló al acabar el bachillerato. De pronto, a la sombra de una frondosa morera vi a Joaquín cuidando unas ovejas. Me detuve y me senté junto a él y allí estuvimos en animada charla durante un buen rato. 

Antes de marcharme le pedí que me cantase una canción accediendo gentilmente. Después introdujo su mano en el bolsillo y extrajo unos albaricoques que generosamente me ofreció y que compartimos. Me subí a la motocicleta, alcé la mano y me despedí. 
Sería aquella la última vez que lo vi, porque el zarpazo de una terrible enfermedad le segó la vida en plena juventud, a la edad de 18 años. 
El Ayuntamiento de Almoradí en reconocimiento a sus valores artísticos y humanos, puso su nombre, Joaquín Ballester, a la plaza de El Saladar.
Cada primero de noviembre, al pasar ante la casilla del cementerio donde reposa su cuerpo, me quedo mirando su foto y me vienen múltiples recuerdos pero sobre todo el de su voz entonando aquella canción que me cantó a la sombra de la morera en la Vereda de la Arroba :
"Una vez un ruiseñor,
con las claras de la aurora
quedó preso de una flor.
lejos de su ruiseñora..."
Y " El Pequeño Ruiseñor de El Saladar " también voló, voló... y voló tan alto que ya no volvió. 

Siempre tendrás un lugar en nuestro recuerdo. 
Hasta siempre Joaquín.


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