Hoy es

LA MAGIA DE ABRIR EL GRIFO

 


Algo tan cotidiano como abrir un grifo y que salga agua para que podamos beber cuando tenemos sed o queremos lavarnos, es muy complicado para millones de personas que sufren las consecuencias de la escasez de agua en el mundo. Pudimos comprobarlo hace tan solo unos meses, cuando la Dana se llevó por delante la red y nos dejó sin agua durante casi una semana. Retrocedamos 93 años, apenas dos generaciones, suficiente tiempo para que valoremos realmente lo que tenemos.
Nuestros abuelos no conocían el agua potable, y muchos de sus familiares morían de Tifus, que producía una alta mortandad por estas tierras. No fue hasta marzo de 1927 que los trabajos de conducción de aguas hasta la Plaza de la Constitución se anunciaban "muy adelantados", un caudal que vendría desde la acequia Mayor, a la altura de la fábrica de Adrián Viudes, en cuya empresa serían filtradas y ozonizadas "con la maquinaria más moderna".
Empezaron colocando dos fuentes (algo de lo que ya os he hablado), y posteriormente se tendieron diferentes redes para abastecer al pueblo. Los abonados a domicilio pagarían 4 pesetas el metro cúbico, y el que no pudiese pagar la acometida tenía la opción de comprar en las fuentes a 0,10 el cántaro de 16 litros. Y una cosa más: para apagar incendios no tendría coste. Curioso ¿No?


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