Una de ellas nos sitúa en las horas previas al seísmo de la tarde del 21 de marzo de 1829, no olvidemos que durante meses venían produciéndose ligeros temblores, y nos relata que la propia imagen avisó del inminente
terremoto golpeando ininterrumpidamente su bastón desde el Altar, situado en la Capilla Mayor, y que al buscar el origen de los golpes encontraron al santo ladeado.
Los frailes debieron entender que les marcaba la dirección que debían tomar, el enorme patio que existía detrás del convento, y hacia allí se dirigieron, lo que debió salvarles la vida.
Lo cierto es, que a pesar de perecer casi doscientas víctimas, entre ellos el presbítero de la Iglesia Pío Rey, y contar con un número similar de heridos, no hubieron víctimas entre los miembros de la comunidad religiosa.
La familia Tafalla contaba que se salvó en la guerra porque le aserraron por la mitad y lo escondieron en una tinaja, y que era bastante milagroso, por lo que un gran número de enfermos lo reclamaban para que les visitase con la esperanza de sanarlos.
También se decía que avisaba de cualquier desgracia y que, en ocasiones, y esto es lo más insólito, era capaz de andar, algo que originó un gran revuelo y que acabó por atraer la curiosidad de todos nuestros vecinos, incluida la del párroco y el Alcalde, que formaban largas colas con la esperanza de ver al santo desplazarse. Parece ser que llegaron a encerrarlo dentro de un cuarto durante una noche y que ahí se acabó el prodigio…
Invensibles de la sierra
ResponderEliminarAltamira tlaxco puebla
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