Almoradí 1829
Blog de José Antonio Latorre sobre Actualidad, Opinión e Historia.
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¿Te has quemado de niño?
Si el otro día os hablaba de uno de los peores recuerdos de mi infancia, el de la operación de anginas, os voy a contar otra situación que cambió mi vida y que del mismo modo que las amígdalas seguro que os ha pasado a más de uno.
“La piel tiene memoria”. Esas fueron las palabras que me dijo la dermatóloga tras mandarme de urgencia a quitarme uno de mis numerosos lunares que llenan todo mi cuerpo, y en concreto uno situado en el cuello. Aquel lunar, que yo veía igual que el resto, era un melanoma que me mandó de urgencia al quirófano después de numerosas pruebas y un diagnóstico demoledor. Pero bueno, no voy a entrar en detalles, varios años después aquí sigo.
No es esto lo que os quiero contar. Lo que quiero compartir con todos vosotros es la imprudencia de una época en la que no nos ponían protección solar y las quemaduras eran de lo más habitual. Recuerdo una en especial, una completa jornada de juegos al sol en Playa Lisa -Santa Pola-, donde veraneaban mis tíos, y que acabó con una dolorosa noche tras quemarme por completo, ampollas incluidas.
Aún recuerdo los llantos y el terrible dolor y a mi madre intentando consolarme al tiempo que me embadurnaba con una viscosa crema ¿Nivea?.
Tenerlo muy en cuenta: la piel tiene memoria…Y la vida va en ello.
LA FACETA MÁS HUMANA DE JESÚS ROCA
Pregón de feria 2023 de Manuel Rodríguez Clemente
Buenas noches.
Señora Alcaldesa, autoridades, miembros de la Corporación Municipal, reinas y damas de honor, paisanos, familiares, amigos y amigas, vecinos, visitantes… tía Consuelo, y nombro a mi tía porque el próximo día 26 de julio cumple 95 años, y estaremos de acuerdo en que esa edad le confiere la autoridad que da el ser, probablemente, la persona más longeva entre los presentes, aunque no lo aparenta.
Permitidme comenzar mis palabras recordando a algunos familiares que no pueden acompañarnos por motivos de salud: mis tías Mercedes y Encarna, mis suegros Paz y Benito. Y de otros familiares que ya no están: mis tíos Agustín “el Benis”, Jose Antonio “el Bomba”, Antonio “el Cano”, Tomás “el Araña”. Mi tía Lola “la Chucha”. Mi prima Maria Elena y mi tío Vicente.
Amistades, como nuestro Jose Antonio Ruíz “el Pancho” al que echamos en falta. Y, en especial, por lo reciente de su ausencia, a José Girona Lorenzo, “Pepe el del Mezquita” , buena persona y gran amigo. Un abrazo muy fuerte a sus familias.
Por supuesto, desearía dedicar la lectura de este Pregón a mi madre: Rosario, y a mi padre: Manolo.
Quiero pensar que al nombrarlos, de alguna manera, los hago presentes en este escenario y los noto aquí, junto a mí, sonriendo emocionados, en este momento tan bonito y único.
Me gustaría dar las gracias a la señora Alcaldesa: María Gómez, en representación de todas aquellas personas que han tenido a bien concederme la posibilidad de dirigirme a todos vosotros, no sólo a los que nos acompañáis en este momento , sino a una gran parte del pueblo que nos seguirá por televisión, redes sociales y la transcripción de mis palabras. Es una maravillosa suerte, un orgullo y un honor.
Y hablando de palabras, hay tres que inspiran la intención de este Pregón: Agradecimiento, Memoria y Esperanza. Las veréis desarrolladas a lo largo de estos minutos.
Para aquellos que no me conozcan os diré que mi nombre es Manuel Joaquín Rodríguez Clemente, aunque, como a mi padre, todos me llaman Manolo. Hijo único de Rosario Clemente Belmonte (Rosario la de Teléfonos) y de Manuel Rodríguez Clemente “el Terraplén”.
Nieto de Manuel “el Araña”, Teresa “la Longueras”, de Consuelo , y Joaquín “el Bomba”. Mi tata Manuel y la mama Teresa vivían en el Camino de Catral junto al desaparecido Liceo Politécnico. Dedicaron toda su vida a trabajar en la huerta, labor dura, sacrificada y muchas veces injusta, forjadora de un carácter especial. Así que puedo decir, como muchos de vosotros que soy nieto de huertanos.
Nací hace 58 años aquí en Almoradí. En ese momento mis padres vivían en la antigua Central manual de Teléfonos, situada en la calle Picasso nº 6.
Mi madre, la mejor persona del mundo, ejercía de encargada y responsable del servicio. En los años 60 y principios de los 70 para comunicarse había teléfonos con cable que solían permanecer fijos en un lugar de lacasa. No existían los móviles, ni internet. Puede que los más jóvenes no lo crean, pero para poder telefonear a un cliente había que descolgar y esperar a que una operadora nos contestara, debíamos decirle con quién queríamos hablar, y ella misma conectando unas clavijas nos ponía en comunicación con el otro cliente. Otros tiempos.
Con la llegada de las centrales automáticas se ganó en rapidez, sencillez y calidad en las llamadas, pero, por otro lado, se perdía el trato personalizado, y los puestos de trabajo. Como así ocurre en nuestros días con la evolución de la tecnología en muchos ámbitos laborales.
En 1972 se cerró la central manual de Almoradí y se inauguró la nueva central automática, mi madre se quedó sin trabajo, pero por suerte, mi padre tuvo la oportunidad de incorporarse a Telefónica, que en aquel momento se llamaba Compañía Telefónica Nacional de España. La mala noticia era que el trabajo tenía que desarrollarlo en Palma de Mallorca (Islas Baleares), y por tanto, teníamos que desplazarnos allí dejando familia, amistades y casa, e iniciar una nueva vida lejos de nuestro pueblo. Eso ocurría en 1973, hace 50 años, y yo tenía 8.
Durante los años que pasé aquí tuve la oportunidad de cursar parte de la E.G.B. con algunos de los mejores maestros que he conocido, don Javier, don Esteban, la srta. Pilar… gracias a ellos no tuve problemas en mi adaptación a un nuevo colegio en Mallorca.
La despedida fue muy triste, aunque, sinceramente, yo no era muy consciente de la magnitud del cambio. Aún resuenan en mi cabeza las últimas palabras de mi tata Manuel antes de irnos: “Nene, llévate “cuidaico” y no te asomes mucho no te vayas a caer al mar”.
En Mallorca (Sa Roqueta como llaman allí a la isla) he crecido, estudiado, y he desarrollado mi trabajo durante 32 años en Telefónica, parecía que el destino tenía que llevarme a esa empresa, y así fue. Mi hijo Manuel, que ya tiene 13 años, es mallorquín. Aquella es una tierra maravillosa, generosa, con unos rincones espectaculares: la Serra de Tramuntana, patrimonio de la Humanidad es mi favorito, con sus pueblos: Deià, Valldemossa, Banyalbufar… Su gastronomía esampliamente conocida por sus sobrasadas y ensaimadas.
Los mallorquines suelen ser gente reservada al principio, posiblemente por el hecho de vivir en una isla, pero una vez que se crea una relación con ellos y valoras su cultura obtienes su cariño, respeto y lealtad. Una prueba de ello es que nos acompaña mi compadre de Mallorca Javi, al que le agradezco su amistad durante tantos años y su esfuerzo por estar aquí hoyentre nosotros. Gracias compadre.
Afortunadamente, mis padres volvían al pueblo cada vez que era posible, solía ser en Navidades, y sobre todo en verano, coincidiendo siempre con la Feria. Gracias a ello puedo presumir de haber faltado tan sólo en tres ocasiones a las Fiestas, y todas ellas por motivos ineludibles. Cada vez que teníamos que regresar a Palma lo hacíamos con lágrimas en los ojos al despedirnos de la familia. Recuerdo a mi abuela Consuelo diciéndome cada año: “Ay hijo, ya no te voy a ver más”, y vivió hasta los 101 años, así que pudeescuchar estas palabras unas cuantas veces.
Mis recuerdos de las Fiestas empiezan con los “caballitos”, con la ilusión de ser “feriado”, el colorido de las luces del Paseo, las alboradas, las bandas de música... En el año 1971, iba a cumplir 7 años, coinciden dos acontecimientos que cambiaron mi relación con la Feria. Por un lado, los Bandos de la Huerta protagonizados por mi padre y su compañero cómico-artístico Paco “el Sinculo” . La expectación despertada en 1971 era desbordante. Mi padre lo expresó de la siguiente manera : “Nunca olvidaré el año 1971, el día de la apertura ferial, de cómo estaba la plaza a rebosar, esperando mayores y niños este nuevo acontecimiento. Todo el Paseo se transformó en un júbilo cuando vieron aparecer un carro de vacas adornado para la ocasión, llevando arriba al alcalde de Zalamea, al señor cura y al alguacil invitados a la Feria a dar lectura al pregón”.
Aunque yo no había visto nunca ningún Bando me sentía muy feliz y orgulloso de que fueran tan reconocidos.
Además ese mismo año participé en el primer Festival de la canción Infantil. Lo hice con un tema de Julio Iglesias: Gwendolyn:
“Tan dentro de mí
Conservo el calor
Que me haces sentir
Conservo tu amor…”
La impresión de cantar en el Paseo lleno de gente es imposible de olvidar, y más aún para un niño de 6 años. Algo muy parecido a lo que estoy viviendo en este momento. Espero que no me tiemblen las piernas por los nervios como les ocurría a mis amigos “los Petrolos” en aquellos Festivales.
El caso es que repetí como participante en el Festival Infantil los dos años siguientes. En 1973 lo hice con la famosa canción de Nino Bravo: “Libre”.
“Libre
Como el sol cuando amanece
Yo soy libre
Como el mar…”
Conseguí mi mejor posición de los tres años en los que participé: segundo lugar. Claro que el ganador de ese año fue Simón “el Tafalla”, como no podía ser de otra manera. Simón cantaba muy bien.
Los Bandos de la Huerta fueron ganando relevancia en los años siguientes: 1972 y 1973, el Paseo se llenaba de público haciendo complicado incluso el acceso de los protagonistas al escenario. Algo sólo comparable con la recordada actuación de Isabel Pantoja en esta misma plaza. Otra cuestión era que, habitualmente, los pregoneros utilizaban medio de transporte animal para llegar, lo cual dejó más de un susto, y algún que otro burro que se negaba a andar intimidado por la multitud. Felizmente todo se iba solucionando gracias a la labor de los municipales.
En su siguiente Bando, en 1972, Paco y Manolo se caracterizaron como don Quijote y Sancho Panza respectivamente, y así comenzaban el Pregón:
“De la Mancha aquí venimos
Con el caballo y el asno
Para leer el Pregón
De las Fiestas de este año”
El último Bando que escribieron juntos fue el de 1973, hace, precisamente, 50 años. Llegados desde Roma los pregoneros eran: el emperador Nerón, acompañado por el escritor y político Petronio. Iniciandolo con su saludo:
“Con la cuádriga y su burra
Llegan Petronio y Nerón
Invitados a la Feria
A dar lectura al Pregón”
Unos años más tarde la Peña Huertana tuvo a bien invitar a mi padre a escribir nuevos Bandos de la Huerta con la intención de revitaliza esa tradición, aceptó, y así lo hizo desde 1999 hasta 2003. Los Pregones los escribía desde Palma, con la complicación añadida de no estar presente durante gran parte del año en el pueblo. Con ilusión, esfuerzo y algunos “cómplices” que le iban informando de lo que acaecía por aquí, consiguió escribir esos cinco Bandos, pero ya no tuvo el ánimo para subir al escenario a leerlos, por lo que lo hicieron miembros femeninos de la Peña. Entre otras pregoneras quisiera destacar a Rosario “la Mañas” y Juanita Martínez.
Me gustaría aprovechar para agradecer y felicitar a la Peña Huertana por su enorme labor, y por haber dado la oportunidad a mi padre de volver a dirigirse a su localidad natal que tanto quería y añoraba.
Desde nuestra llegada a Mallorca la casa de mis padres se fue convirtiendo en un punto de referencia para los almoradidenses que pasaban por la isla, ya fuera por trabajo, vacaciones e incluso viaje de novios. Mi amigo Pepe Girona y su flamante esposa María hicieron allí su viaje nupcial, y fue precisamente Pepe el que acuñó a la casa de mis padres con el título honorífico de Consulado de Almoradí en Palma de Mallorca.
A veces recordamos con Venancio Costa que, en su exitosa época deportiva profesional con el club mallorquín de voleibol Son Amar, vino más de una vez invitado por mi madre a comer cocido con pelotas. Incluso en cierta ocasión lo hizo acompañado por otros jugadores del club, lo más complicado para ellos era no darse en la cabeza con alguna lámpara del techo, al lado de ellos parecíamos Hobbits. Venancio siempre agradeció a mi madre aquellas invitaciones pues echaba de menos la comida del pueblo.
Con el tiempo, cuando mis padres decidieron volver a vivir a Almoradí el “Consulado” se trasladó a mi domicilio. Aún hoy recibo llamadas y visitas de paisanos que vienen a la isla, o bien, lo hacen en nombre de sus hijas o hijos con la intención de que les recomiende algún itinerario, restaurante, o,simplemente, que tengan a alguien conocido a quien llamar si les ocurriera algo.
Hace unos meses nos visitaron los componentes del Club Balonmano Almoradí que venían a disputar un partido de liga, acompañados por parte de la afición y de la directiva. Allí estuvimos animando al equipo y pasando buenos momentos con ellos.
Pero volvamos al pueblo. Coincidiendo con mi adolescencia y los cambios que esa etapa de la vidaconlleva a nivel personal, unos valientes decidieron, allá por el año 1978, comenzar unas Fiestas de Moros y Cristianos que han terminado acopladas a la Feria,dotándola de una nueva dimensión. Consiguiendo que ésta sea aún más colorida y espectacular. Con el tiempo no podemos nada más que agradecer y reconocer ese esfuerzo e ilusión por parte de todos, pues a día de hoynuestras Ferias y Fiestas de Moros y Cristianos han madurado de tal manera que sería justo considerarlas todo un éxito.
Pasaban los años y, por circunstancias de la vida, algunas de las personas con las que compartía momentos de veraneo iban cambiando o aparecían nuevas. Recuerdo aquellos años con Juanjo García, y su hermana Micari, hijos de Milagrines y Juan García “el Callosino”, director durante algunos años de nuestra Sociedad Unión Musical de Almoradí, y fundador del mítico grupo Los Umal, recordado, además, por su kiosco en el Paseo.
Delfi , Isa y Sandra Huertas (mis “hermanicas”), hijas de Delfina y Pepe “el Huertas”, amigos también de mis padres, y el matrimonio más festero que he conocido, allí donde había un evento ahí los encontrabas. Pepe era miembro, prácticamente desde los comienzos, de el Moro Almoradí, comparsa pionera en las Fiestas de Moros y Cristianos. Con él vivimos nuestras primeras “despertás”, conocimos las ganas de alargar la noche, el olor a pólvora, los trabucos y los “sarmentasos” que pegaban. “Despertás” más familiares, mucho menos multitudinarias que las de ahora, y además nos daban de almorzar porque había para todos. Ahora se han convertido en uno de los momentos más populares y concurridos, con música de charanga, seguridad y cientos de personas desfilando por las calles pidiendo a aquellos que miran el paso de la comitiva que les remojen con agua desde los balcones, supongo que con el fin de aliviar el calor, la “chispera”, o ambas.
Entre las personas que siempre están ahí, aunque viva desde hace años en el Campello, se encuentra Jaime Martínez “el Chon”, primo, cuñado y amigo. Tantos recuerdos juntos desde críos cuando íbamos con nuestros padres al Acequión de Torrevieja a pasar el domingo disfrutando de sus aguas cristalinas y su peculiar “fauna marina”, con su hermana mi “primica” Loli. Mari Paz, su esposa, hermana de mi mujer Marga, y que como ella, es de Muro de Alcoy. El destino caprichoso quiso que al final me casara con una alicantina. Curiosamente, los santicos de la Piedra: san Abdón y san Senén, patronos de las Fiestas de Almoradí, son también los patronos protectores de Muro, así que de alguna manera debieron de influir en el hermanamiento de ambos pueblos a través de nuestros matrimonios.
Antonio Miralles e Inma, Manolo Berenguer “el Zaplana” y Cristina, y por último, pero imprescindible, mi Antonio Lucas, hijo de don Antonio Lucas, buen amigo de mi padre y legendario concejal del pueblo. Estudiamos juntos la E.G.B. hasta que me marché, y seguimos manteniendo nuestra amistad. Y su mujer Mariavi, que es la “compinche” de Marga en las largas noches de Feria.
Todos ellos, y los que se van sumando, cenamos, visitamos las kábilas y cuartelillos para finalizar las noches en los Alfeitamí escuchando y bailando, unas mejor que otros, buena música hasta las primeras luces del día. ¡Cuántos amaneceres hemos visto acompañados por los Baqueta!.
Mariano Martínez (Mariano el del Mezquita) , al que conozco desde que tengo uso de razón pues éramos vecinos de pequeños. Salíamos a jugar todas las tardes al fútbol, a los cheroles o a lo que surgiera con el resto de chiquillos de la calle, hasta que nuestras madres nos llamaban para cenar. Más tarde abrió junto con su primo Pepe, y Loli, el pub Mezquita, que desde entonces se convirtió en uno de los puntos de encuentro para la gente de nuestra generación.
A todos los citados, y a otros muchos que no he podido incluir, mi eterno agradecimiento y mi cariño por su amistad, lealtad y buena compañía a lo largo de estos años.
Siempre que he podido he invitado a amigos procedentes de diversas partes de España para que nos acompañaran y disfrutaran de nuestras Fiestas por primera vez, algunos incluso han repetido porque todos ellos fueron muy bien recibidos. Me consta que se marcharon hablando maravillas de la espectacularidad de los desfiles, del colorido de las alboradas, la calidad de las bandas de música, de nuestra gastronomía, del buen ambiente en las calles, de la alegría y cercanía que les ofrecían nuestros paisanos, y… de lo poco que dormíamos esos días. Así que, además de cónsul me siento un humilde embajador de nuestro pueblo.
Algunos de los momentos más importantes de mi vida han transcurrido en Almoradí. Aquí nací, aquí nos casamos mi mujer y yo, concretamente, en la Ermita de la calle España en el 2014, unas semanas antes del fallecimiento de mi madre, a la que mi padreacompañó un año después.
Mis padres habían vuelto desde Palma en 2008 pues mantenían su casa. En principio, venían a pasar un tiempo pero decidieron quedarse. Pudieron disfrutar de la compañía de muchos de sus amigos y familiares. Todas las tardes aparecían por su domicilio mis tías Consuelo y Mercedes, con sus hijos “los Canos”. Mi primo Joaquín y Gloria siempre pendientes de mis padres, y con los que sin su ayuda hubiera sidoimposible sobrellevar ciertos momentos. También venía mi tía Marité desde Callosa y mi tío Tomás cuando volvía de la huerta. Pese a la falta de salud que les iba deteriorando quiero pensar que esa afectuosa compañía les hizo más llevaderos sus últimos años en Almoradí.
Estamos llegando ya al final de este Pregón, ha habido agradecimientos, memoria y quiero acabar con esperanza. No sin antes abrir un apartado especial dedicado a las dos personas más importantes en mi vida: Marga, mi mujer, juntos desde diciembre de 1999 fecha de la boda de mi primo Jaime (“Chon”) y Mari Paz , siendo nosotros la madrina y el padrino de esa boda. Es mi amor, mi compañera, madre de nuestro único hijo Manuel, y con la que he compartido las alegrías y las penas que la vida nos ha ido asignando.
Y a mi hijo Manuel, al que sus amigos llaman Manu. Y al que espero que tratéis tan bien como a mí. Que valore y conozca sus raíces, convencido de que le servirán para abrir la mente, y afrontar su futuro con confianza y valentía. Con el deseo y la ilusión de que se sienta un almoradidense más.
Os quiero mucho.
Finalmente, y no debería alargarme más no sea que me pongan música como en los Óscar para que vaya acabando, os pido, como pregonero que soy de este año 2023, que aprovechéis cada minuto, que los años vuelan, que votéis con “V” en las elecciones que nos han colocado en plena Feria, si os apetece; que botéis con “B” en las barracas, verbenas, kábilas y cuartelillos. Que os reunáis con amistades, vecindario, familiares y visitantes. Que tratéis a los que vienen de fuera con cariño, simpatía y fraternidad, pues es la mejor manera de conseguir que deseen volver. No os podéis imaginar lo emocionante que es sentirse uno más cuando se regresa al pueblo, como si el espacio y el tiempo no contaran. Que no olvidéis vuestras raíces, vuestras costumbres, que son las mías, pero que, al mismo tiempo, os abráis a aquellos cambios que permitan que nuestro pueblo sea cada día un poco mejor.
En este mundo cada vez más globalizado la llegada de personas procedentes de otros países a convivir con nosotros debería ser positiva, siempre y cuando respetemos y seamos respetados.
El Almoradí de hoy no es el mismo que el de nuestros abuelos, ni lo será el de las próximas generaciones, pero nunca renunciemos a nuestros principios como pueblo trabajador, acogedor, luchador, solidario y con memoria. Porque un pueblo con principios, que ama y protege su cultura es admirado y respetado por todos.
Tengo la esperanza de que si así lo hacemos seguiremos siendo la envidia y el ejemplo de toda la Vega Baja, y del resto de España.
Quiero despedirme con unas palabras de mi padre: “Cuando la noche pasa amontonando estrellas en el cielo, tranquila, pero no sin recuerdos, yo hago mi profesión de fe en ti Almoradí, y espero que las nuevas generaciones sean capaces de asumir el reto del futuro venidero”
Llegados a este punto, agradecido y emocionado solamente me queda por decir:
¡¡¡VIVA ALMORADÍ!!!
Gracias a todos y todas las presentes .
¡Disfrutemos de nuestras Fiestas!.
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