Enterrando víctimas de la gripe de 1918 |
En los primeros días de septiembre de 1918, y coincidiendo con la primera Gran Guerra, hacía su aparición en nuestro pueblo, de manera bastante benigna, la peor pandemia de todos los tiempos: la gripe española.
Sin embargo, todo cambió la primera semana de octubre, llegando a
contabilizarse más de 1500 invasiones que produjeron en sólo un mes ciento cincuenta fallecidos; hablamos de un promedio diario de cinco o seis muertes.
contabilizarse más de 1500 invasiones que produjeron en sólo un mes ciento cincuenta fallecidos; hablamos de un promedio diario de cinco o seis muertes.
La enfermedad fue especialmente cruel con los niños y jóvenes.
De los 150 fallecidos aquel mes de octubre, sólo 12 eran mayores de 40 años, mientras que los menores de 14 fueron cincuenta y ocho.
De los 150 fallecidos aquel mes de octubre, sólo 12 eran mayores de 40 años, mientras que los menores de 14 fueron cincuenta y ocho.
El resto de víctimas que aparecen en el registro de defunciones del Juzgado, casi noventa, eran en su mayoría jóvenes entre quince y treinta años. La epidemia alcanzó su pico máximo la semana del 13 al 20 de octubre, llegando a enterrar a más de diez victimas diarias. Aquella semana murieron 12 niños que no llegaban a los diez años.
La maligna enfermedad comenzó a remitir a mediados de noviembre, fecha en la que se dio por concluida, aunque durante meses continuaron registrándose fallecimientos por ésta causa. Es muy difícil calcular el número exacto de fallecidos. Los enterramientos realizados en todo el año anterior fueron 95, mientras que el año de la gripe se elevó a 277, casi el triple.
La maligna enfermedad comenzó a remitir a mediados de noviembre, fecha en la que se dio por concluida, aunque durante meses continuaron registrándose fallecimientos por ésta causa. Es muy difícil calcular el número exacto de fallecidos. Los enterramientos realizados en todo el año anterior fueron 95, mientras que el año de la gripe se elevó a 277, casi el triple.
Sabemos por testimonios de nuestros mayores que ésta fue la causa principal de saturación del viejo cementerio (se utilizaba el situado en la actual Cruz de los Caídos), y que los cadáveres, en algunos casos aún moribundos, eran recogidos en un carro que los conducía al cementerio para enterrarlos en fosas comunes, rociándolos con cal viva.
Y lo vivieron nuestros abuelos...
De mi libro "Sucesos de Almoradí"
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te pareció interesante, no olvides comentarlo y compartirlo en tus Redes Sociales. Gracias.