2013 |
Para Carlos Penalva Miralles
ir al pueblo significa muchas cosas. Son sus emociones, sus recuerdos, su vida…aquí
nació hace casi noventa y cuatro años, se casó, tuvo a varios de sus hijos, y
ejerció como profesor de humanidades durante 17 años en el Liceo, desde su
apertura en 1946 hasta la fecha de su cierre en 1963, motivo que le obligó a
dejar su querido Almoradí para siempre (algo muy común entonces y que expliqué AQUÍ).
Por eso, cuando volvía lo hacía
con una emoción contenida, por la carretera de Rojales, para recorrer las
calles de sus recuerdos, para charlar con sus viejos amigos de la escuela de
don Pascual, para reencontrarse con sus
antiguos alumnos del Liceo…
Pero es que, además, Carlos fue
el primer bibliotecario de nuestra localidad, inaugurada en el viejo hospital
en enero de 1961, y ha sido un activo colaborador del libro de Feria y de
Semana Santa durante décadas.
Su última publicación,
realizada a modo de despedida, la encontraréis en la revista de Semana Santa de 2007 donde nos
habla de un tema fundamental en su vida: la lectura. Una pasión que tuvo que
abandonar ese mismo año a causa de un glaucoma que acabó dejándole ciego.
Ya no ha vuelto Carlos al
pueblo que tanto ama, ni tampoco ha escrito de sus recuerdos de juventud, de la
playa del “puente de la losa” o de sus partidos de fútbol en el campo del “Cañamero”…
Era, es una persona que ha conservado
una importante parte de nuestra historia; guarda libros, documentos, imágenes,
recuerdos en definitiva de una vida que ha girado siempre alrededor de su
querido pueblo, al que la edad y los achaques ya no le van a permitir volver.
Se que has llegado tarde a
esto de las nuevas tecnologías, así que confiaré en que no lo sea para que alguno
de tus hijos, tus amigos, tus antiguos alumnos del Liceo, te hagan llegar este recuerdo y reconocimiento.
Carlos falleció a las pocas semanas de publicar este artículo. Sus restos descansan en el cementerio municipal de Almoradí.
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Solo darte las gracias por estos párrafos.
ResponderEliminarLola Gálvez Almarcha Sentada en la estación de Callosa, esperando el tren para ir Alicante, estoy leyendo esta historia de Carlos Penalva y me emociona tanto amor por su pueblo.
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