Aunque tenemos la certeza de que el Convento recuperó parte
de su patrimonio tras el terremoto, apenas sabemos qué pasó con el de nuestra
Iglesia. Para colmo, una guerra civil volvió a “lastimar” lo reconstruido:
imágenes, altares, campanas…
Lo cierto es que apenas queda nada.
Hay quien asegura que los escalones, de piedra y mármol
tallado, de la entrada principal de la primitiva iglesia (me refiero a la
anterior al terremoto), fueron recuperados e instalados en una de las actuales
puertas laterales.
No buscarlos, ya han sido reemplazados por unas “modernas”
escaleras, al igual que lo han hecho con toda la acera de sillería que rodeaba la Iglesia , incluida la
escalera de acceso al Salón Parroquial (¿Realmente hacía falta quitarlas?).
Tampoco encontraréis la puerta principal, original de 1861, actualmente colocada en una importante sala de fiestas.
El órgano, olvidado y a punto de desaparecer en la década de los setenta, se salvó “por los pelos” gracias a un grupo de “chalados” empeñados en rehabilitarlo, al frente del cual estaba don José Rebollo.
Tampoco encontraréis la puerta principal, original de 1861, actualmente colocada en una importante sala de fiestas.
El órgano, olvidado y a punto de desaparecer en la década de los setenta, se salvó “por los pelos” gracias a un grupo de “chalados” empeñados en rehabilitarlo, al frente del cual estaba don José Rebollo.
No corrió la misma suerte la escalera de subida a la torre, reemplazada por una estructura de hierro, ni las barandas de forja del campanario, reconvertidas en jaulas, cuyo fin no consigo entender.
Comparativa de la escalera de subida a la torre del campanario. Toda la obra, original de 1861, se derribó para instalar la que vemos de hierro. |
Parece ser que las rejas semicirculares se instalaron para evitar la caída de badajos en caso de rotura, algo “desproporcionado é ineficaz, que distorsiona de manera innecesaria la estética de la torre” (según informe técnico de Francesc Llop).
Tras este antiestético enrejado se encuentra "Andrea". |
El reloj, trasladado desde el Ayuntamiento, se instaló con su maquinaria original adaptándole un nuevo sistema automático que le permitió funcionar a la perfección, pues bien, tras varios años de uso se decidió que ya no era útil. A día de hoy se encuentra parada y cubierta de polvo.
Del libro "Almoradí, un recorrido histórico".
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