¿Donde se ha metido la lluvia?

Actual calle Manuel Birlanga esquina calle La Reina
Mis recuerdos de largos días de lluvia me acompañan siempre.
Días de botas, era lo primero que deseaba ponerme cuando amanecía nublado,  en los que la sentencia de mi padre tras mirar a la sierra de Callosa no fallaba: "hoy va a llover". Y vaya si llovía...los charcos duraban una eternidad, el aljibe se llenaba, el barro se pegaba a las rodillas y a los calcetines...Era casi un ritual.
Lo primero que preparaba mi madre eran las migas del mediodía y las velas -con las primeras gotas estaba garantizado el apagón-, y de paso, las "mariposas" de aceite para rezar por algún ausente. Si la lluvia era "abonica" se enfilaba el camino del cole pegado a las fachadas de las casas buscando la protecci´n de los salientes; si la cosa apretaba tocaba ir de la mano bajo el enorme paraguas negro de mi madre. Aquí solo se sacaba el coche si caía a "cántaros", y eso, nunca se discutía.
Ya no llueve.
No hay noches de relámpagos a la luz de la vela ni tertulias en torno a la mesa camilla con el ruido de tormenta al fondo.
No hay olor a lluvia, ni niños saltando los charcos y cantando lo de "que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva..."
Quizá la culpa sea del dichoso cambio climático, de la enigmática avioneta que oímos sobre nuestras cabezas cuando está nublado o de una maldición.
Una maldición que ha dejado a nuestra tierra sin agua.
No lo se.
¿Donde se ha metido la lluvia?
Volviendo de saltar en los charcos
Recomiendo un excelente relato contado por Conchi López y que nos acerca la lluvia de manera magistral: "La memoria de mis botas"

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