“Hace poco tendió los cables de su luz eléctrica, y ayer inauguró su Teatro. ¡Y vaya un Teatro¡ Cuanto modernos adelantos en esta clase de edificios se han establecido, se encuentran implantados en el Teatro Cortés.
Y allí fuimos todos, a la blancura mate de la carretera, la luz de la luna daba un tinte azulado, sobre el que se recortaban las negras sombras de los álamos y la mancha enmarañada de los cañares. A lo largo del camino, en alegre romería, bandadas incontables de huertanos acudían a la primera función del nuevo teatro, avivando el paso por la picante espuela de la curiosidad. Infinidad de carruajes que llegaban a la fiesta, alegraban el tibio silencio de la noche con el agudo tintineo de los cascabeles, con el ruido sordo del trotar incesante, y con las notas sentidas de alguna malagueña que brotaba entre palmas y risas del fondo oscuro de alguna tartana desvencijada.
Es Almoradí sencillamente un pueblo precioso. Enclavado en el centro de una huerta pintoresca, entre grupos de plátanos y de naranjos, sobre los cuales se destaca alguna palmera que da el tono africano a los paisajes del morisco pueblo. Cortés es el propietario del nuevo Coliseo, y es también un hombre digno de imitar. Es un hombre rico que ha querido dotar a su pueblo de este beneficio, sencillamente por amor a su tierra. Los productos que el Teatro dé mientras exista, están destinados ya de antemano, para los pobres de Almoradí. A ruegos del público salió a escena don Mariano recibiendo una estruendosa salva de aplausos.
El Teatro estaba materialmente lleno y las localidades para las próximas funciones están comprometidas casi todas.
El Coliseo era vergel poético, pletórico de mujeres encantadoras, que daban una nota preciosa al acto. Lo inauguró la compañía de zarzuela que dirigen los señores Meliá y Guillén, poniendo en escena “Sangre mora”, “Amor ciego” y “Alma de Dios”. Fue una interpretación, en conjunto, aceptable, entre las que destacaba la figura artística de Dolores Fora y el actor cómico señor Guillén, y que ha satisfecho las aspiraciones de todos. El “intermezzo” de la zarzuela “Alma de Dios” fue repetido a instancias del público.
Aunque hay que destacar dos notas desagradables. La luz eléctrica se apagó ocho veces durante la representación, y ante el público “sano y honrado” de aquel teatro, el detallado compás de algunos tangos y el subido color de algunos cuplés hacían daño a la vista, al oído y al sentido moral…Lo que en un cinematógrafo de estrellas puede resultar inocente, ante el público que anoche llenaba el teatro de Almoradí resultaba definitivamente de mal gusto”.
Extraído de Hemerotecas de prensa, especialmente del” liberal” de Murcia y La Voz de Alicante”.
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