Artículo y datos INÉDITOS publicados en "Almoradí, un recorrido histórico" | ||
Perspectiva actual tomada desde los sillares de la presa donde
se desvía el agua hacia las compuertas de entrada al desaparecido molino.
En su lugar se construyeron dos casetas, una para cada una de las compuertas,
que hoy día se encuentran abandonadas.
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En un principio tan solo era una pequeña palizada de estacas de madera y tierra que conducía el agua hacia el molino harinero. Más tarde, tras el acuerdo de su propietario con el señor de la Daya y el
procurador general de Almoradí, en 1571, de abrir las nuevas acequias, Mayor y del Río, se construiría con sillares rectangulares de piedra caliza trabados con mortero de las cercanas canteras, tal y como vemos en la fotografía superior, cuya obra se acabó definitivamente en 1615.
La función de esta presa era la de desviar el agua por el canal de captura hacia los cárcavos que se encontraban tras las dos compuertas que vemos, una para cada uno de los rodetes hidráulicos que por un mecanismo de transmisión ponían en funcionamiento las máquinas de la sala de molido.
Hoy día ya no tienen ninguna función práctica, aunque el agua sigue pasando cuando su caudal no permite saltar la presa.
Por tratarse de un molino cuya energía dependía exclusivamente de la corriente del río, en épocas de extrema sequedad no se podía moler, al igual que ocurría con las temporadas de avenidas, que inutilizaban temporalmente el complejo. Era de los llamados “de dos piedras”, y aunque no excesivamente grande, suficiente para la demanda existente en la comarca.
El viejo molino, con varios siglos de existencia y utilidad, aún mantenía una discreta actividad en los años cincuenta y principios de los sesenta, contando con un acuerdo para el régimen de funcionamiento que le obligaba a tener completamente levantada una de las dos compuertas cuando el agua no saltaba la presa con el fin de garantizar un caudal mínimo río abajo. Sin embargo, los nuevos procesos productivos acabaron con el viejo sistema de moler el grano, dejando de tener sentido su existencia.
Su última propietaria, Rosario Yánez Gómez, lo vendió a la Comunidad de Riegos de levante “margen derecha”, Juzgado de Aguas de Rojales y Juzgado de Aguas de Guardamar, que lo adquirieron en común y proindiviso en julio de 1965, cuyos titulares a su vez lo cedieron con sus anexos a la Confederación Hidrográfica del Segura, reservándose sus derechos sobre a riego, asegurándose así que sus compuertas se mantendrían abiertas cuando el caudal no fuese suficiente para saltar el azud.
El Plan de Defensa de Avenidas de la Cuenca del Segura, ejecutado a principios de los noventa, modificó el entorno y la Confederación procedió finalmente a su demolición, ante la pasividad, vergüenza e incomprensión de muchos, en agosto de 1992.
Curiosamente, y para vergüenza de todos, este tipo de molinos se han conservado en otras localidades, como es el caso de Formentera, donde hoy es un atractivo cultural y turístico. Un disparate más: el sistema mecánico se recuperó y hoy forma parte del museo de la huerta de Rojales.
Los únicos restos que encontramos en Almoradí del viejo molino, están situados a la entrada del Instituto que lleva su nombre. Se trata de las piedras de moler. |
Derribo del Molino en agosto de 1992 |
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