En los años 20 nuestros abuelos acudían al Teatro Cortés para
ver, todo un acontecimiento, cualquier película de cine mudo, normalmente acompañadas
por el sonido “también envolvente” de una pianola.
Con la competencia del nuevo “Ideal Cinema” (Miravete), abierto
en 1930, la empresa de Manuel Follana (gerente del Cortés) decidió comprar una sorprendente
primera máquina sonora que empezó a funcionar a comienzos de 1932.
Cerrar los ojos e imaginar lo que debió suponer para nuestros
antepasados poder ver y oír la voz del tenor mejicano en una de las primeras películas
sonoras que se proyectaron en Almoradí.
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