La calle de San Andrés


Vista aérea de la calle San Andrés en los años 60

No podía faltar en nuestro callejero el Patrón de la localidad, San Andrés, nombre que se le otorgó a una de nuestras principales calles tras la reconstrucción a partir de 1832 (curiosamente ninguna de nuestras calles antes del terremoto tenían connotaciones de carácter religioso).
Junto a ésta también se le dedicaron calles a San Francisco, San Emigdio, Virgen del Rosario y Purísima.
De los dos tramos diseñados por Larramendi en ésta calle, se
mantuvo sin construir el segundo hasta bien entrado el siglo XX debido a que era la parte más baja de la localidad, y por lo tanto, las más fácilmente inundable.
Plano de finales de 1800. En color rosado las calles dedicadas al Santoral. También se
distingue el segundo tramo de la calle San Andrés sin construir.

Magnífica foto de 1954 de la calle San Andrés (por supuesto, sin asfaltar)
. El niño con  "pelele" es José Antimo Miravete Gómez que se encuentra
en la puerta de su abuelo, Antonio Miravete (después de don Gabriel el médico).
En 1864 la calle de San Andrés fue noticia por un trágico incendio que destruyó una gran parte, siendo el mayor que ha sufrido nuestro pueblo a lo largo de su historia, y que se publicaba en “El clamor público” :    
“En la tarde del 19 del corriente mes de agosto, siendo como las cuatro y media, se prendió fuego en el pueblo de Almoradí a una casa con techo de cabaña, sita en la calle de San Andrés, y habiéndose transmitido instantáneamente las llamas a otras cuatro barracas vecinas a la primera, tomaron tal incremento que ya fue imposible atajarlas, a pesar de haber acudido la autoridad municipal y de haberse tocado a rebato para pedir socorro a todos los habitantes del pueblo: el incendio fue tomando incremento de una manera extraordinaria, y en menos de tres horas ya ardían veintidós edificios, entre casas, barracones y chozas, las cuales quedaron reducidas a escombros después de haber ardido hasta las once de la mañana del día siguiente.
Por fortuna no hay desgracias personales que lamentar; pero han perecido muchos animales domésticos, se han destruido innumerables instrumentos de labranza, ha sido convertida en ceniza parte de la cosecha de los dueños de las casas incendiadas, y a la hora que escribimos estos renglones, veintidós familias se hallan reducidas al lastimero estado de vivir a la intemperie o de deber un abrigo a la caridad de sus vecinos.
Según tenemos entendido, ya se han adoptado por la autoridad las disposiciones oportunas para remediar en cuanto sea posible tan lamentable desgracia”.
Existe un recibo municipal informando que “Miguel García y José Rodríguez reciben 18 reales  por el trabajo que han invertido en estar vigilantes y acabar de apagar el incendio de la calle San Andrés durante la noche en que acaeció y la mañana siguiente, firmado por el depositario a ruego de los interesados, que no saben firmar”.  

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