…Erase una vez un pequeño Reino situado en el centro de una fértil Vega llamado Almoradí, aunque conocido por muchos como “Corazón de la Vega Baja”. Este Reino conoció grandes épocas doradas, en parte, gracias a las aguas mágicas de su cercano río con las que llegó a ser un gran productor de vinos, cáñamo, alcachofas y naranjas, siendo además, debido al espíritu emprendedor de sus habitantes, un gran centro industrial de conservas y muebles.
Gracias a un gran puente de piedra que construyeron se comunicaban con los Reinos al otro lado del Río especialmente para visitar sus playas en verano. Y un largo camino de hierro llamado ferrocarril, que trajo aún más progreso, al abrir nuevas rutas para intercambios comerciales con reinos todavía más lejanos.
Pero un aciago año, un fuerte temblor de tierra, quizá el despertar de algún dragón, derribó casi todo el Reino y mató a gran parte de sus habitantes. Sin embargo, volvieron a reconstruirlo, aún con calles más amplias y mejores jardines, volviendo a ser la envidia de muchos.
Era un Reino feliz, en el que su Rey era elegido cada cuatro años, y en el que la riqueza era abundante. Muchos eran los que desde tierras lejanas venían a vivir y disfrutar de la “ciudad de servicios”, nombre con el que llegó a ser conocida. El esplendor de la agricultura dejó paso al de la industria, y éste al de la construcción. Grandes edificios que acababan con las pocas plantas bajas que iban quedando, y en sus bajos, locales comerciales que iban siendo ocupados por pequeños y florecientes negocios que prometían más riqueza y prosperidad.
Pero un día todo cambió.
Una invisible bruja llamada “Crisis” apareció de repente, dicen que desde el lejano Reino de Norteamérica, y empezó con sus conjuros a cerrar pequeñas empresas y comercios de todo tipo.
Lo hizo de manera silenciosa, sin que apenas sus habitantes se dieran cuenta, y al no poder ser vista, los pobladores de aquél reino comenzaron a echarse las culpas entre ellos y a pelearse porque consideraban que el origen de todo aquello estaba en lejanos reinos, y nada tenía que ver con los exagerados precios que pagaban por unas propiedades que valían la mitad.
Y uno tras otro, el pequeño comercio fue cerrando sus puertas y colocando un terrible cartel que decía “se alquila” y que ya no volvía a quitarse del escaparate en el que se colgaba, porque nadie se atrevía a arriesgar su poco patrimonio en una nueva aventura comercial, ya que los habitantes del Reino bastante tenían con pagar sus impuestos al Rey y comer.
Además, estaban los avaros prestamistas, que siempre habían dejado su dinero al primero que llegase, sin importarles para qué lo querían, y que ahora se negaban a prestarlo porque eran los únicos que tenían el poder de ver a la bruja.
La Navidad llegó, y aunque muchos confiaban en que el espíritu de estos días consiguiese derrotar por fin a la bruja o que al menos la dejase herida para que muriese al siguiente año, nada de esto ocurrió. Se había aliado con otro monstruo aún más mortífero y cruel, capaz de devorar reinos enteros, y que se conocía con el nombre de "Centro Comercial".
Éste tenía el poder de hipnotizar y atraer a las masas gracias a sus vistosos escaparates y luces, y contra el que era imposible luchar.
Sólo había que darse un paseo por las calles de este pequeño Reino para comprobar que el maleficio no había hecho más que empezar, y que estaba todo perdido.
Primero fueron los videoclubs, inmobiliarias, promotoras, después pequeñas tiendas de regalo, zapaterías, ropa, y por último, hasta las tiendas que presumían de antídoto, las de los chinos y todo a cien… habían comenzado a cerrar sus puertas y a dejar a sus “ricos” dueños sin esperanza ni futuro.
En fin, me gustaría que este cuento acabase de manera feliz por estar en los días que estamos, pero me temo que no consigo encontrarle un buen final. Afortunadamente es sólo un cuento, así que...Feliz Navidad.
¿Cuento? escrito y publicado en la Navidad del 2010, que tristemente,
sigue teniendo la misma validez hoy.
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Menos mal que siempre nos quedará algún que otro Bar para tomar algo si no estamos perdidos. En fin parece hasta real y todo.
ResponderEliminarAndújar.
A mí me parece más un hecho verídico, que un cuento. Pero soy obtimista: nuestros padres y abuelos, vieron y padecieron más miseria, y aquí estamos nosotros para recordarlo, respetarlo y trabajar, luchar y no callar. Enhorabuena al autor.
ResponderEliminarMartínez
Luchemos todos juntos para que todo se quede en uncuento y no en una realidad. Seamos obtimistas como lo fueron nuestros padres y abuelos.
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